¿Dónde verla?: En salas de cine a partir del 9 de junio
No es fácil encontrar en la cartelera películas familiares libres de concesiones más o menos explícitas a las ideologías en boga. El temor a la crítica y a los vetos de determinados grupos de presión está induciendo a muchas productoras, pequeñas y grandes, a introducir líneas narrativas que incluyan personajes adaptados a las exigencias de dichos grupos. Pero siempre hay excepciones y “Glassboy”, un filme que se estrena el próximo 9 de junio, lo es.
Esta producción italiana, con participación de Austria y de Suiza, recuerda a conocidas sagas literarias como “Los cinco” de Enid Blyton o “Los Hollister” de Andrew E. Svenson y, en el plano cinematográfico, a «Los Goonies», la mítica película juvenil de aventuras de la década de 1980. El filme se alinea también con títulos más recientes como «Tengamos la fiesta en paz» (Cotelo, 2021) o las comedias familiares de Santiago Segura, y nos presenta a personajes entrañables que evocan a los que encontramos en cintas tan estimables como «El pequeño Nicolás (2009)» o «Rocca cambia el mundo» (2019).
El director, Samuele Rossi, es autor también del guion junto a Josella Porto y a Rolendo Colla. El argumento se centra en la historia de Pino, un niño de once años que padece hemofilia y vive confinado en casa. Animado por un gran deseo de libertad y un coraje sin límites, decide emprender su propia aventura en el mundo junto a sus amigos, y demostrar a todos que puede vivir su vida como un niño normal.
Mérito de Rossi es también la lograda interacción entre un solvente reparto adulto y los cinco jóvenes actores que componen la panda de amigos. La fotografía de Ariel Salati, colorista y atenta al detalle, imprime el tono adecuado a una narración que combina la aventura infantil con las preocupaciones de los mayores.
«Glassboy» ofrece una certera reflexión sobre las relaciones familiares, poniendo el dedo en la llaga del difícil equilibrio entre libertad y responsabilidad, entre el deseo de proteger a los hijos y la necesidad de dejarlos crecer y madurar con la autonomía que necesitan. Con una trama muy entretenida repleta de valores, donde la amistad brilla como el ‘verdadero superpoder’, es una película para todas las edades: orientada al público más joven, pero con la virtud también de interesar a los adultos a través de unos personajes capaces de reconocer sus errores, de pedir perdón y de rectificar.
Juan Jesús de Cózar