¡Gracias Dios por ser protagonista de mi vida!

A continuación ofrecemos una serie de meditaciones semanales tituladas “Cuaderno de vida y oración” a cargo del sacerdote diocesano Carlos Carrasco Schlatter, autor del libro “Las conversaciones que tenemos pendientes”  y “30 día con Dios de vacaciones”

1) Llevar la vida a la oración

Una de las grandes frases que se transmiten de generación en generación, es esa de “¿qué es lo que quieres?” Es una frase que le pregunta un padre a su hijo cuando está llorando y no sabe qué darle para que deje esa llantina; la frase que se preguntan en una pareja cuando vienen regalos o incluso en una discusión en la que uno de los dos ya está perdido; la expresan los abuelos cuando se plantean repartir la herencia entre la familia; o nos la planteamos en primera persona cuando no sabemos por dónde tirar.
Si tuviéramos que empezar por un principio, uno de los mejores sería preguntarnos: ¿Qué quieres de este curso?

Muchos responderíamos con frases sencillas y llenas de tópicos, “que sea igual que el anterior”, “yo solo quiero que no pase nada malo”, “que esté todo en paz”, etc.
Pero una respuesta preciosa sería algo así: quiero que cada cosa, persona y acción de este curso sea con sentido. Con el sentido y la dirección de una meta clara, llenar de amor a todos y a mí mismo en el camino. Quiero que este curso esté lleno de esperanza. Una esperanza de que todo lo que haga me haga crecer, me haga saborear y disfrutar la vida y cada uno de los días en que me encuentro con personas.

Piensa al comienzo de esta oración qué cosas quieres para este curso, cuál es su orden de importancia, y qué medios vas a poner para lograrlas.

2) Encuentro con Dios

Dios está en todo y en todos, y por ello para encontrar a Dios hay que aprender a buscarlo en todo y en todos. ¿Está Dios en mis objetivos? No es cuestión de si es uno de ellos, sino si está en todos y cada uno de ellos, si Él es la razón por la que he puesto primero a mi familia, o he puesto el trabajo, o he puesto alguna cuestión de enfermedad, etc. Dios quiere que vayamos desvelando el gran misterio de su presencia en la continua búsqueda de Dios en cada oportunidad.

Este curso ha de ser una búsqueda de “oportunidades de encuentro”, de modo que cada ocasión sea vivida como un espacio de crecimiento, una exploración de todo y de todos. Para de este modo, quedarnos con alguna cosa de cada uno. Así nuestra oración será una especie de relicario en el que poner cada reliquia de esos momentos, de esas perlas de espiritualidad que he ido disfrutando y que me han ido enriqueciendo interiormente.


Dios quiere para mí un mundo mejor, lo quiere para todos, pero para eso necesita que los que hemos sido llamados especialmente escuchemos esa llamada y dispongamos nuestro corazón para la búsqueda incesante con esperanzas renovadas.

Esta oración debe ser la certeza de sabernos escogidos, ya estemos en medio de la oscuridad más inmensa, o de un tiempo de aburrida monotonía. Lo cierto es que Dios nos espera para comenzar una nueva andadura hacia la muestra del paraíso.

Como el pueblo de Israel, comenzamos el peregrinaje por el desierto, con temores, con cansancios, con fatigas y hasta mal humor y desgana. Pero de todo ello hemos de ir haciendo un relicario en el que Dios lo transforme todo en nuevo, en suyo, en amor cierto.

3) A la luz de la Palabra

Es un clásico entre los textos más conocidos de los evangelios en el que Jesús visita la casa de estas amigas. Un evangelio que se enfrenta directamente a los valores de esta sociedad de la productividad y de la competitividad.

Queriendo y sin querer, nos dejamos atrapar por los valores de esta sociedad, e intentamos conciliar los valores de la fe en medio del ruido que percibimos. Para muchos es más cómodo delegar sus deseos en clichés publicitarios, o ceñirse a frases diplomáticas pero que no tienen la profundidad que se debería. Así cuando decimos nuestros deseos, deberíamos preguntarnos si nuestros esfuerzos van verdaderamente encaminados a conseguir esos fines, o por el contrario nos dejamos arrastrar por un modo de vida que nos imposibilita disfrutar verdaderamente de lo que queremos.


Cristo quiere que nos centremos en las cosas verdaderamente importantes, no es que haya que despreciar las demás, sino que no podemos perder el orden de prioridades. Si estás enfermo lo primero es curarte, si estás trabajando lo primero es sacar adelante la tarea, si estás estudiando estudiar, y si estás sencillamente viviendo vivir. Pero no cualquier vida, vivir la vida para la que has nacido, aquella que te hace ser quien eres, que te hace distinto al resto de la humanidad, que te proporciona algo genuino, único, inigualable.
Mira tu interior, y no dejes de contemplar y mimar la lámpara que posees, así nunca se te acabará el aceite y no serás como las vírgenes necias que por andar despistadas se acabaron perdiendo entrar al banquete de la boda como hubieran deseado.

4) Llevar la oración a la vida

Uno de los efectos secundarios de esta sociedad del consumo, es la insatisfacción con los momentos rutinarios, con la repetición de días. El cristiano no es un adicto a las grandes experiencias, no vive a base de estimulantes ni de dosis de adrenalina.

El cristiano vive en la calma, en la paz de cada día. Saboreando cada minuto, cada instante que junto a otros comparte. Hoy llevamos la oración a la vida para que la vida sea oración y acción de gracias compartida. Gracias por levantarnos cada día, por el desayuno y la persona que me acompaña, por el almuerzo, el trabajo, la rutina diaria. Gracias por la familia que llama a mi teléfono noche y día, que no se conforma con mensajes, sino que busca oír la voz y escuchar mis palabras.

Dedicarnos tiempo

Que los minutos sean horas en las que compartir cuánto me das,

que las horas sean días en las que junto a ti consiga soñar,

que los días sean meses para despertar nuevas ganas de amanecer,

y los meses sean años para gastarme y entre tus brazos renacer.

Pero que hoy sea un nuevo libro que junto a ti escribir,

y así cada párrafo sean anécdotas contigo compartir,

y cada página sea la certeza de que Tú estás en mí,

en mis luces y caídas al cielo me llevas en Ti.

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