La fiesta de la Inmaculada Concepción se vive en pocos lugares de nuestra Archidiócesis como en San Antonio Abad, sede de la Primitiva Hermandad de los Nazarenos de Sevilla. El peso y el poso de la historia ha dejado allí una huella indeleble que es motivo de orgullo para sus hermanos y para toda la Iglesia de Sevilla y que, con los cultos solemnes y la veneración a María Santísima en estas fechas en que el calendario se viste de celeste, se renueva cada año de manera inmutable así pasen las décadas y los siglos.
Según el hermano mayor, Eduardo del Rey Tirado, la Hermandad del Silencio mantiene muy viva en nuestros días esta devoción a María Inmaculada, que tanto ha significado en su historia, “celebrando con la mayor solemnidad y gozo la festividad”, así como “profundizando y actualizando el significado de este misterio”.
Y resalta que el voto de sangre en defensa del dogma concepcionista, formulado en 1615, “nos ha marcado para siempre”. De aquel gesto pionero de los antepasados “se pasó al júbilo según la Iglesia hacía suyo el misterio hasta definirlo dogmáticamente en 1854”. Y del júbilo “al empeño firme por mantener, difundir y actualizar cuanto significa hoy la Inmaculada Concepción de la Virgen María”, como en mayo de 2009 “cuando formulamos el voto en defensa de la vida”.
Esta es una devoción presente durante todo el año en la vida de la corporación, “especialmente en los cultos que celebramos con motivo de su festividad en diciembre, pero también en Cuaresma, o en la Fiesta Principal de Instituto en los cultos a la Santa Cruz de septiembre”. Junto a ello, también están los actos formativos como el Aula de Formación Mariana Vázquez de Leca, creada “para profundizar en el conocimiento y la veneración del misterio”. Aunque quizás sea “la propia cofradía, la que mejor explica todo esto en su cortejo, a través de diversas insignias y simbología que culminan en el paso procesional de María Santísima de la Concepción”.
Durante el curso, los aspectos principales de la vida de la hermandad (cultos, caridad, formación) procuran “integrarlos de forma armónica en el calendario para favorecer una vida de hermandad rica y con la mayor participación posible de hermanos y devotos”. Ahí están los cultos solemnes en honor de los titulares “como pilares de todo, que propician el encuentro personal y comunitario con ellos”, pero también “los ciclos de formación religiosa, cultural y propiamente cofradiera, una labor continuada de caridad que busca involucrar al conjunto de la hermandad y actos de convivencia que ayuden a crear vínculos fraternos entre los hermanos”.
La vuelta a la normalidad tras el periodo de alteración de la vida cofrade sufrido por la pandemia del Covid la están afrontando “con esperanza e ilusión, pero también con prudencia y responsabilidad, porque el virus aún está muy presente”. Y respecto a la próxima Cuaresma y Semana Santa, Eduardo del Rey señala que en El Silencio la esperan “con emoción, dando gracias a Jesús Nazareno y a la Virgen de la Concepción por vivirlo, si finalmente puede ser, y recordando a los que ya no están con nosotros”. Serán, sin duda, la Cuaresma y la Semana Santa del reencuentro: “con nosotros mismos, con nuestros hermanos y nuestros ritos; con nuestra devoción y con lo esencial de nuestra vida como hermandad, con momentos tan sagrados como volver a vestir la túnica de nazareno la Madrugada del Viernes Santo, con todo lo que ello significa para los Primitivos Nazarenos de Sevilla”.
Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y María Santísima de la Concepción
Iglesia de San Antonio Abad
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