Muy pronto las calles de Sevilla van a ser invadidas por las cofradías que pasearán por las calles sus pasos de misterio, Cristos y Vírgenes conformando una gran catequesis plástica. Este año, además, el Santo Entierro Grande recreará la Pasión de Cristo, desde la Oración en el Huerto hasta su enterramiento. Imposible no sentirse conmovido ante esta representación tan viva de la Pasión. Llevan razón quienes afirman que las hermandades son un dique frente a la descristianización de la sociedad que dotan a su entorno de una cultura religiosa que sorprende a quienes vienen de otros lugares en los que, cuentan, ésta ha sido prácticamente borrada.
Pero hay más, la misión de las hermandades no se reduce a su salida procesional, trabajan todo el año, no sólo atendiendo necesidades materiales, también en defensa de la vida, ayuda a los que están solos o enfermos, integración de presos, atención a inmigrantes, drogadictos, prostitutas, asistencia legal y muchas actividades más.
Y las catequesis de niños y adultos; preparación para la primera comunión, confirmación y matrimonio; cursos de teología; confesiones, entre otras acciones.
Aún queda algo: su aportación espiritual a la Iglesia. Las gracias que Cristo, por mediación de su Madre, canaliza hacia las hermandades redundan, impyulsadas por los hermanos, en beneficio de toda la Iglesia, sevillana y universal. Quizá sea esta su aportación más importante.
Bienvenidos sean ahora los desfiles procesionales, culminación de una tarea apostólica que dura todo el año.
Ignacio Valduérteles
Doctor en Admon de Empresas