Fue canonizado en 1585 como mártir de la Iglesia Católica; es patrono de los conversos y su festividad se celebra el aniversario de su muerte, el 13 de abril.
Hermenegildo y su hermano Recaredo eran hijos de Leovigildo, rey de los visigodos de España, y de su primera esposa, Teodosia. Su padre los educó en la herejía arriana. Sin embargo, Hermenegildo se casó con una católica, quien con su ejemplo y oraciones convirtieron al mártir.
Su padre, al enterarse de esto, se enfureció y lo desheredó, y tomó prisioneros a su esposa e hijo. Sin embargo, después de un año hicieron las paces. Tiempo después, la segunda esposa de Leovigildo empezó a despertar nuevas sospechas contra Hermenegildo, que fue encarcelado en Tarragona acusado de herejía; se le ofrecía la libertad a condición de que se retractase.
El mártir pidió fervorosamente a Dios que le fortaleciese en su combate por la fe, añadió mortificaciones voluntarias a sus sufrimientos y se vistió con un saco, como los penitentes. Al negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, su padre lo mandó matar.
Hermenegildo recibió la noticia con gran resignación y murió instantáneamente de un solo golpe de mazo. San Gregorio el Grande atribuye a los méritos de San Hermenegildo la conversión de su hermano Recaredo y de toda la España visigótica.
Fue el martirio de san Hermenegildo la noche del Sábado Santo del 13 de abril de 586. Su santo cuerpo está en Sevilla, menos la cabeza, que fue llevada a Zaragoza después de la conquista musulmana. En el Escorial y en el colegio que en Sevilla tiene la advocación del santo, como en Ávila y Plasencia se conservan también parte de sus preciosas reliquias.