Los santos reciben culto el día que dejan la vida terrenal y son acogidos en la Casa del Padre. Aunque hay excepciones de celebrar el día del nacimiento, con San Juan Bautista. En ocasiones celebramos asimismo la conversión porque aunque son muchos los santos que dejaron una vida disoluta para abrazar la cruz y experimentar en vida el gozoso encuentro con Cristo, hay conversiones de las que dejan huella. Y la ignaciana no se queda atrás.
Del 20 de mayo de 2021 hasta el 31 de julio de 2022 la Compañía de Jesús, la orden más internacional, va a vivir intensamente la Conversión de su Fundador, el español Ignacio de Loyola.
Conozcamos de primera mano en qué consiste Ignatius 500 tal y como se presenta en la web www.ignatius500.org:
“Ignatius 500 conmemora una transformación personal que cambia la historia de la Iglesia para siempre. Es un acontecimiento que, como es habitual en la manifestación de Dios en la vida, se produce sin necesidad de solemnidad o artificios. Vale la pena rememorar los hitos principales de un relato que sigue hoy inspirando a personas de contextos y culturas diversas en todo el mundo.”
En 1521 el joven Íñigo es un caballero militar más de la corte del Rey Carlos V. Pero el 20 de mayo una herida en la pierna está a punto de segar su vida. Se salva milagrosamente y vuelve a la casa familiar a reponerse. Allí empieza a leer hagiografías y de la admiratio pasa a la imitatio. La Virgen María se le aparecerá con el Niño Jesús rodeada de una luz celestial que inflama su espíritu, con un decidido empeño de ser mártir predicando en Tierra Santa entre infieles.
Pero el Puerto de Barcelona está cerrado por una epidemia y para aquietar su espíritu se refugia en una cueva de Manresa de abril de 1522 a febrero de 1523. Reza, hace penitencia, se le vuelve a aparecer la Virgen y escribe sus célebres Ejercicios Espirituales, herramienta de oración que impregnará a todos los carismas de la Iglesia, precedentes y venideros.
En ese período, un día camina hasta el Monasterio de Montserrat, peregrinatio conocida como “Camino Ignaciano”, y en la víspera de la Anunciación, se despoja para siempre de su estatus social para abrazar hasta la muerte una vida de penitente.
De la herida, del pecado, de la debilidad humana al celo apostólico en marcha, pasando por el Encuentro y la Espiritualidad.
Pero el empuje y el vigor de Ignacio no están hechos para una vida de ermitaño y aún no le ha llegado su última hora. Tendrá ocasión de ser universitario de La Sorbona en 1529, donde conoce un grupo entusiasta de jóvenes, entre los que se encuentra el otro español San Francisco Javier al que espetó su famoso interrogante:
“¿De qué te sirve ganar el mundo si terminas perdiendo tu alma?”.
Como muestra de la rápida expansión de la Compañía de Jesús cuyo nombre es Societas Iesu (SJ es la sigla que acompaña sus nombres) pero comúnmente conocidos como Jesuitas y como muestra también de lo necesitada que estaba la Iglesia de la Contrarreforma de esta congregación nueva, tan solo transcurren veinte años desde su fundación en 1534 hasta su llegada a Sevilla en 1554. Teniendo en cuenta que la aprobación por el Papa Paulo III no llega hasta el 27 de septiembre de 1540.
La primera fundación es la Casa Profesa hacia 1565, casa principal y seminario, de lo que hoy solo se conserva la Iglesia de la Anunciación, muy similar a sus iglesias romanas porque los jesuitas cincelan el alma al mismo tiempo que sus propios arquitectos levantan espectaculares construcciones Ad maioren Dei Gloriam, que abreviado como AMDG es su lema junto con el Cristograma JHS de Jesús Hombre Salvador, que representa el Dulce Nombre de Jesús. Al ser la Eucarística un pilar de su carisma, añaden al escudo la Cruz y los Clavos.
La Casa Profesa será reemplazada por la espectacular Iglesia de San Luis de los Franceses, de 1730, apabullante ejemplo del Barroco así como amplio muestrario del santoral jesuítico y de su difusión de las reliquias, según un programa iconográfico propio e inconfundible.
Del antiguo Colegio de San Hermenegildo solo queda la Iglesia, de 1619 y que fue primitiva sede del Parlamento Andaluz. El Colegio de San Gregorio, hoy convento mercedario, y llamado popularmente de los ingleses pues formaba a británicos católicos, es de 1592. A partir de 1619 estuvo bajo su jurisdicción el Colegio de San Patricio, del que no queda nada, destinado a irlandeses. La guasa sevillana lo llamaba de los chiquitos porque los ingleses eran mucho más altos.
En 1767 son expulsados y retornan en 1815 si bien en España son expulsados nuevamente en 1931.
En 1887 se hacen cargo del antiguo Convento de Mínimos, reconvertida la Iglesia con el nombre de Sagrado Corazón que es otra devoción suya desde que lo difundiera San Claudio de Colombiere, confesor de la salesa Santa Margarita de Alacoque, a quien se le debe. Y encargan en 1917 a Aníbal González la exquisita Capilla de los Luises. La fe de este arquitecto quedó plasmada en ese evangelio de opus latericium que es la fachada de la calle Trajano. Por decisión propia acaban de dejar esta sede en junio y ya funciona allí la Pastoral Juvenil Diocesana.
El viejo colegio de Villasís será demolido y como tantas órdenes, cambian el casco histórico por la periferia con el Colegio del Inmaculado Corazón de María conocido como Portaceli. Allí están Radio Ecca, la Ong Entreculturas y el Centro Pedro Arrupe, en homenaje al XXVIIIº Prepósito General. El actual es el venezolano Padre Arturo Sosa y el primer jesuita en ocupar el Solio de San Pedro es el Papa Francisco.
Las Escuelas Profesionales Sagrada Familia SAFA responden a una decidida voluntad de ofrecer educación de calidad en barrios humildes como Los Pajaritos o Valdezorras. También están en la calle Calatrava. Su imprescindible labor deja huella en Torreblanca donde llevan las dos parroquias y dos capillas. Y la primera universidad privada que se abre en Andalucía es la Loyola, en 2010, ejemplo del paradigma de excelencia al que aspira la Compañía. Su huella en la provincia está en Carmona, Morón, Utrera, Osuna, Marchena, Écija y Dos Hermanas.
Dicen que la Infanta Juana de Austria, hermana del Rey Felipe II, profesó los votos lo que le convierte en la única mujer jesuita pues no hay rama femenina. Pero el carisma ha infundido a numerosas comunidades como la Compañía de María o las Hijas de Jesús, las Jesuitinas, con colegios sevillanos.
Quisiera concluir con un apunte personal. Me gustan las hagiografías porque fueron mis primeras lecturas infantiles, la de San Luis Gonzaga en concreto y me gusta la onomástica. El apelativo de Ignacio crea confusión. Su nombre era Íñigo, que viene de Eneko. En Roma adoptó el nombre de Ignacio por San Ignacio de Antioquía y porque sonaba mejor. Luego Ignacio pasó a ser Iñaki en vasco. Por tanto Íñigo e Ignacio son nombres diferentes y con santorales distintos. El 1 de junio es San Íñigo de Oña y hoy 31 de julio es San Ignacio de Loyola.
El legado de los Jesuitas en Sevilla es inmenso y requiere un libro compilador que recoja su historia, patrimonio y espiritualidad.
Virginia López