No es fácil crear ilusión tras las rejas de una cárcel. De hecho, sí se suele hacer “ilusionismo” cuando se quiere disfrazar la cruda realidad de la pérdida de la libertad con medias verdades, con fantasías provenientes del mundo penal o penitenciario, como queriendo quitar hierro al asunto tan grave como es el estar encerrado en una prisión.
La misión de la Pastoral Penitenciaria es generar esperanza y confianza en las posibilidades y capacidades que cada preso lleva en su interior. Hay mucha riqueza y potencialidad en el corazón de cada persona privada de libertad. Aunque quizá normalmente no haya sido capaz de sacar a relucir sus valores a través de sus actitudes y comportamientos. La sociedad en la que vivimos y en la que nos incluimos todos nosotros, solemos juzgar y, muchas veces, condenar sin paliativos, las manifestaciones externas del comportamiento de una persona y nos quedamos solo con la parte de maldad que reflejan determinados comportamientos anti éticos, amorales, anti sociales y vergonzosos. También es verdad que nuestros juicios suelen ser peyorativos y no siempre se aplican a todos los “delincuentes” por igual, hacemos distinción entre los delincuentes de “chándal” o de traje. Solemos ser más comprensivos y benevolentes con los delincuentes de “traje”, de posición social o política.
Para quienes nos acercamos a la prisión desde nuestras convicciones humanas y evangélicas sabemos aceptar y acoger a toda persona presa por igual. A cada una se le ofrece la amistad, la amabilidad y la simpatía que nos nace de vivir la “alegría del Evangelio”. Por eso, a lo largo del año les llevamos la posibilidad de que en cada encuentro con los miembros de la Pastoral Penitenciaria puedan descubrir tanto la grandeza que encierran en su interior como la capacidad de hacer daño y provocar sufrimiento a las personas, a las víctimas.
Pero hay un momento, al principio de cada año, donde deseamos crear más expectativa de admiración y de gozo que hace volver a la infancia. Se trata del DÍA DE LOS REYES EN PRISIÓN. A cada preso y presa, a cada niño que está en prisión con sus madres o a los hijos de los internos de Sevilla I que acuden un día para estar juntos a sus padres, les llega ese momento sublime de la sentir ILUSIÓN, aunque sea entre rejas.
Tanto Pastoral Penitenciaria como La Obra social La Caixa con sus voluntarios, la Fundación Padre Leonardo, Horizontes Abiertos, entre otras entidades, hacen posible que LOS REYES MAGOS lleguen hasta el corazón de cada preso y presa traspasando los muros de las prisiones sevillanas.
Es un esfuerzo maravilloso y exigente el tener que conseguir productos para ofrecer a cada persona presa unos pequeños detalles muy útiles para su realidad cotidiana. Todo ello acompañado de una bolsa de polvorones, mantecados y caramelos.
Desde aquí agradecemos a cuantos hacen posible este milagro de que cada año llenemos el interior de las prisiones de alegría, ilusión y esperanza. Así vamos generando un futuro mejor y más halagüeño para todos ellos que sueñan y luchan por una feliz libertad.
Y desde dentro de los muros de cada cárcel nos desean FELIZ NAVIDAD