“La solemnidad de la Inmaculada (8 de diciembre), profundamente sentida por los fieles, da lugar a muchas manifestaciones de piedad popular, cuya expresión principal es la novena de la Inmaculada. No hay duda de que el contenido de la fiesta de la Concepción purísima y sin mancha de María, en cuanto preparación frontal al nacimiento de Jesús, se armoniza bien con algunos temas principales del Adviento: nos remite a la larga espera mesiánica y recuerda profecías y símbolos del Antiguo Testamento, empleados también en la Liturgia del Adviento.”
(Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, 102)
La fiesta de la Inmaculada Concepción es una de las más celebradas desde antiguo en la Archidiócesis de Sevilla. Devoción mariana que irradia desde la capital y que la inunda y abarca en toda su extensión y tiñe de celeste a una gran parte de la comunidad diocesana. La historia y el arte nos han transmitido, además, innumerables testimonios de belleza y devoción a la Virgen Inmaculada que hermosean cualquiera de los templos que jalonan nuestra geografía, dando cuerpo a un patrimonio de primer orden y casi inabarcable, la mejor muestra de que esta conmemoración mariana es ampliamente sentida y querida entre nosotros.
La iconografía de la Inmaculada está presente por medio de grandes creaciones de los mejores artistas del Siglo de Oro, en la gran mayoría de las parroquias sevillanas, especialmente las históricas de nuestros pueblos y ciudades, donde suele presidir la capilla del Sagrario. En el año 1929 se inauguró la parroquia con el título de la Concepción en el barrio de Nervión, que este año conmemora los 90 años de su consagración. Muchas de estas parroquias celebran cultos solemnes en honor de la Purísima y en la jornada de este domingo 8 de diciembre, lucen las añejas y hermosas galas litúrgicas de color celeste.
Íntimamente unidas a las parroquias, las hermandades sacramentales, con la del Sagrario al frente, han enlazado históricamente la devoción concepcionista con el misterio de la Eucaristía, conformando la más genuina expresión de la religiosidad sevillana, que mantienen viva en estas fechas en sus feligresías con la mayor dignidad y fidelidad a su pasado. Como afirmó en 1993 San Juan Pablo II en Sevilla: “Es bien conocido como el pueblo creyente sevillano ha heredado de sus mayores dos devociones, que han tipificado desde tiempo inmemorial la espiritualidad cristiana de vuestras gentes: la devoción al Santísimo Sacramento y la devoción a la Virgen María. Sin estas dos devociones no se comprendería la historia de esta Iglesia hispalense.”
También las congregaciones religiosas, especialmente las contemplativas, de nuestra diócesis atesoran bellísimas imágenes y retablos de la Inmaculada, desde las obras pictóricas o escultóricas de destacados artistas de la escuela sevillana hasta las delicadas piezas de pequeña factura y sencilla ingenuidad popular que se esconden en las clausuras. Concepcionistas, Clarisas, Carmelitas…, casi todas las comunidades monásticas de nuestras localidades muestran también en este tiempo de Adviento en sus conventos unos delicados altares y celebran recogidos cultos en honor de la Pura y Limpia.
No dejemos atrás a las hermandades y cofradías, que desde el siglo XVII abanderaron la defensa de este misterio en favor de su proclamación como dogma de fe, encabezadas por la Archicofradía de la Santa Cruz en Jerusalén y Nuestro Padre Jesús Nazareno con su Voto de Sangre de 1615. Hoy como ayer, el templo de San Antonio Abad es testigo fiel y perenne de la devoción inmaculista, y manantial de donde fluye el rico caudal que inunda de devoción cofradiera la festividad de la Inmaculada Concepción, jornada festiva que eclosiona en cultos y besamanos marianos que se esparcen por toda la ciudad.
Se puede afirmar que el día 8 de diciembre, sus vísperas y su octava, toda Sevilla se pone a los pies de la Santísima Virgen en este misterio tan querido y vivido en incontables lugares y celebraciones. Bien lo recordó el papa San Juan Pablo II en 1993 en nuestro suelo: “Sevilla, ciudad eucarística y mariana por excelencia, tiene como timbre de gloria de su fe católica dos grandes amores: la Eucaristía y María. Dos misterios que se reflejan en la exaltación de la presencia real de Jesús en el Corpus Christi sevillano y en la acendrada devoción a la Inmaculada Concepción de la Virgen”. Y lo resume la conocida copla de los seises que resonará en la Catedral, corazón concepcionista de la diócesis: “Desde siglos, Tú lo sabes, / fue la gloria de Sevilla / aclamarte sin mancilla / en tu Pura Concepción”.
Isidro González