Mi nombre es Javier Garrido Iglesias, pertenezco a la Parroquia San Juan Pablo II de Montequinto y quiero haceros partícipes de esta experiencia tan enriquecedora que he vivido el último fin de semana del mes de febrero en Valladolid, lugar donde los Jóvenes Católicos de toda España, de distintas realidades, movimientos y congregaciones nos hemos reunido para poder tratar temas de gran controversia y difícil solución dentro de nuestra Madre Iglesia.
Cada uno de los jóvenes empezamos el encuentro defendiendo nuestra realidad y tras finalizar el mismo, todos entendimos la realidad del otro, uniéndonos en los puntos comunes para así poder crear una Iglesia fuerte y fraterna en Cristo.
Desde la Delegación de Pastoral Juvenil de la Archidiócesis de Sevilla y como representante de la Iglesia en Andalucía fuimos Juan Pedro Chivite y un servidor, ambos catequistas de nuestra parroquia y miembros de la Pastoral Juvenil de Sevilla. Antes de comenzar a explicar mi experiencia quiero agradecer al Delegado diocesano de Pastoral Juvenil de Sevilla, d. Francisco Durán por haber confiado en nosotros para esta tarea.
El Seminario Nacional con Jóvenes se centró en un diálogo sobre cuatro puntos claves que se extrajeron del documento presinodal Intrumentum Labori. Para poder trabajar más adecuadamente nos dividieron en cuatro grupos y para cada tema teníamos 50 minutos para trabajar sobre la propuesta. Los temas sobre los que trabajamos se titularon: Verdad y Verdades; Mundo Digital e Impacto en nuestra visión de la realidad; Participación Eclesial y Búsqueda Colectiva de Jesús-Verdad y Jesús Verdad y Opinión de Vida.
La conclusión que yo saco sobre este encuentro nacional es muy satisfactoria y gratificante, puesto que hemos llegado al consenso entre todos los jóvenes sobre tres temas clave.
En primer lugar, la necesidad de formación sobre la figura del acompañante o Director Espiritual que ayude al joven a seguir el camino de la fe y no se sienta perdido o abandonado por la Iglesia tras haber realizado la comunión o la confirmación.
En segundo lugar, la necesidad de formación sobre los medios digitales y de comunicación para así poder frenar las “fake new” y promover la evangelización de las redes.
Por último, la necesidad de unir vínculos, de formar y sentirnos Iglesia.
Una de las experiencias que siempre me impacta mucho es cuando veo que hay otros jóvenes como yo, comprometidos con Cristo, que rezan, que adoran, que van a misa todos los domingos y sienten esa felicidad, esa llama que vive dentro de nuestros corazones que es el amor y la felicidad que Cristo nos da.
Por eso creo que es importante fomentar un encuentro común en el que se unan todos los Movimientos y Congregaciones junto con la Diócesis en un mismo lugar y juntos recemos y adoremos a quien consideramos el centro de nuestra vida, con el fin de hacer una Iglesia viva, como el papa Francisco nos pide, en la Exhortación Apostólica “¡Cristo Vive!”.