Pablo Infante, Arquitecto Técnico.
Continuamente nos preguntamos cuáles son los retos a los que la Iglesia se enfrenta. Pablo Infante, colaborador de la Pastoral Juvenil, lo tiene claro: “la evangelización”. Y en esto “los jóvenes son la clave; por ello que me gusta trabajar con jóvenes, confío en que lo que hago hoy, aunque parezca estéril, dará frutos mañana”.
Todo comenzó con el deseo de aliviar las inquietudes de los adolescentes, esos niños grandes que se llenan de preguntas a las que nadie responde: “Los cristianos debemos proponerles un argumento implacable: este es Cristo resucitado, que se entregó por ti y por mí; es Dios Padre misericordioso, que está deseando recibirte con los brazos abiertos para perdonarte; es el Espíritu Santo que te sigue y acompaña aliviando el peso de tu Cruz. Y si con estos tres argumentos alguno queda insatisfecho –añade-, el cuarto es la Virgen, que siempre tiene una mano tendida para acariciarte con un dulce consuelo”.
“La misión del acompañante es guiar y orientar a los jóvenes para que sean ellos mismos quienes encuentren a Cristo”
Después de una década colaborando con la Pastoral Juvenil de Sevilla, este arquitecto técnico sabe que acompañar a los jóvenes no es tarea fácil y que el objetivo es “guiarlos y orientarlos para que sean ellos mismos quienes encuentren a Cristo”. Para ello es importante llegar a los jóvenes también a través del ocio y la convivencia. Y esto es precisamente lo que se ha hecho desde la Coordinadora arciprestal de jóvenes, creada en 2011: “Este fue uno de los frutos de las JMJ de Madrid. Desde entonces, hemos creado un punto de encuentro y animación pastoral, que ha abierto a nuestros jóvenes al encuentro con una Iglesia que es más que el templo donde celebran su Misa o los salones donde reciben sus catequesis. Hemos hecho convivencias, encuentros, vigilias y catequesis arciprestales; incluso un encuentro de más de 500 jóvenes de toda la Vicaría Este”, explica orgulloso.
Pablo se entrega a este apostolado por completo, porque siente que así se lo pide el Señor, que le siga, “aunque sea de locos, porque como dice la canción, merece la pena estar loco”.