Presbítero
* Mairena del Alcor (Sevilla), 24 de diciembre de 1884
† Lora del Río (Sevilla), 1 de agosto de 1936
51 años
Nació el P. Coca Saavedra en Mairena del Alcor (Sevilla) el 24 de diciembre de 1884. Fue bautizado el día posterior en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de la villa. Le impusieron los nombres de Juan María, José, Delfín, Melchor de los Ángeles. Sus padres fueron Fernando Coca González, médico titular, y Ángeles Saavedra Madroñal.
El 3 de agosto de 1902, con 17 años de edad, solicitó su ingreso como alumno interno en el Seminario Conciliar de Sevilla por encontrarse “con vocación bastante y decisiva para abrazar el estado eclesiástico”. Estaba ya en posesión del Grado de Bachiller fruto de los estudios realizados en el Instituto General y Técnico. Siete años más tarde, en la primavera de 1909, los concluyó. Poco después, recién Ordenado, comenzó los estudios de licenciatura matriculándose al efecto en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Sevilla pero no los terminó acaso porque de inmediato asumió encargos parroquiales.
El 18 de diciembre de 1909, con 24 años, una vez recibidos todos los informes favorables recibió la Sagrada Orden del Presbiterado. Tras unos destinos iniciales provisionales, breves, en Lora del Río y Alcalá de Guadaira fue nombrado con fecha del 14 de octubre de 1911 Coadjutor de la Parroquia de la Asunción de Lora del Río. En dicho puesto, en el que coincidió desde octubre de 1919 con D. Francisco de A. Arias Rivas, se mantuvo hasta la muerte martirial de ambos el 1 de agosto de 1936.
Su ministerio en Lora como Coadjutor lo compaginó con la Capellanía de las Mercedarias Descalzas y la Dirección del Colegio del Ave María. Leal colaborador en las tareas parroquiales del P. Arias Rivas (quien en distintas ocasiones valoró sus cualidades y virtudes) junto al resto del clero local sufrieron al inicio de los años treinta la radicalización ideológica y las exigencias de las autoridades; aún más en el verano de 1936 cuando el fracaso del golpe militar derivó en guerra civil. Párroco y Coadjutor corrieron la misma suerte, figurando en esa larga nómina de víctimas mortales producidas en la primera fase de la guerra en Lora, la que transcurre entre el 18 de julio y el 7 de agosto de 1936, hasta la llegada de las fuerzas sublevadas. En estas fechas, la Iglesia fue objeto singular de esta violencia desatada: el Templo Parroquial y otros edificios religiosos, las imágenes, archivo, los ornamentos y la mayoría de los enseres fueron destruidos.
Al poco de la sublevación fueron encarcelados el P. Coca Saavedra y su Párroco en el depósito de detenidos de Las Arenas, anexo al Ayuntamiento, donde recibieron vejaciones de palabra y obra “al solo objeto de escarnecer la dignidad personal y sacerdotal de los mismos, pues para hacer estas cosas eran preferidos a los demás presos”; además “demostraban mucha resignación, dirigían a los demás palabras de consuelo, y muchos de los presos confesaron con ellos en los días y horas que precedieron a los fusilamientos”. No se le instruyó causa judicial alguna: su muerte fue decidida por los dueños de la situación loreña y consumada en las tapias del Cementerio de San Sebastián de Lora donde fue conducido maniatado y fusilado en la madrugada del primero de agosto de 1936; en la conducción al sacrificio, uno de los guardianes le asestó con un machete causándole tal herida que le dejó ya al borde de la muerte.
Enterrado en la fosa común fue exhumado su cadáver e instalado en el panteón donde reposan los restos de los asesinados en estas fechas. A comienzos de 1938 se instaló una lápida conmemorativa en recuerdo de Coadjutor y del Párroco allí donde ejercieron su ministerio.
Su recuerdo se ha perpetuado en el tiempo:
“D. Juan Coca cumplió fielmente sus labores sacerdotales en la Iglesia”. “Una vez entraron en la Iglesia, para quemarla, recuerdo a D. Juan Coca que se abrazó a la imagen de la Virgen de Setefilla, y avisó que si quemaban a la Virgen antes lo tendrían que quemar a él. Y salieron de la Iglesia”.