- Voluntario de Pastoral Penitenciaria
- 1979, Morón de la Frontera
- Profesor de Religión
Juan Antonio Ceballos, o Toño como le gusta que le llamen cariñosamente, se casó con su mujer Macarena en 2008, después de diez años de noviazgo. Tienen tres hijos: Toño de 14 años, Luis de 12 y María del Rosario de 6. Para él, la familia es el núcleo de su vida y afirma que los pilares de su fe son el servicio, la liturgia y la caridad.
Toño creció en una familia profundamente religiosa y su fe ha madurado a través de diversos eventos significativos, como el nacimiento de sus hijos, su formación como acólito y sus estudios. Reconoce que ha tenido momentos de duda y de sentir el silencio de Dios, pero destaca como punto culminante de su vida de fe el momento en que sintió la llamada para formalizar su servicio a través del diaconado permanente.
Desde muy pequeño, Toño ha estado profundamente involucrado en el servicio a la Iglesia. Recuerda con cariño cómo, a los siete años, decidió junto a sus amigos y primos convertirse en monaguillos de la Parroquia de Nuestra Señora de la Victoria en Morón. “Desde entonces he servido a mi Madre la Iglesia, en dónde y cómo ha hecho falta”, cuenta Toño. Este primer acto de servicio fue solo el comienzo de una vida dedicada a la Iglesia. A lo largo de los años, ha colaborado en diversas parroquias y centros de ayuda, como la Parroquia de San José de Montellano, el Centro Amigo y la Casa Salesiana de Morón. Actualmente, es voluntario de la Pastoral Penitenciaria en el Centro Penitenciario Sevilla II y director de Cáritas en la Parroquia de la Victoria.
Toño confiesa que la liturgia ha sido siempre el eje de su vida espiritual, desde sus primeros días como monaguillo hasta la celebración de la Eucaristía con los internos en la cárcel. “La Eucaristía siempre ha sido el eje de mi vida, me parece que es un privilegio poder estar tan cerca de Dios en las especies consagradas y en los hermanos necesitados”, declara.
En la vida de Toño y de su familia, la caridad ha tomado un lugar central. Macarena, su mujer, también forma parte del equipo de Cáritas parroquial. Juan Antonio siempre ha considerado que cada oportunidad de ayudar al prójimo es un regalo de Dios, una llamada directa a vivir la caridad de manera tangible y real. “Siempre he pensado que las ocasiones que Dios te pone por delante para poder ayudar al hermano son un regalo”, reflexiona. Esta forma de amor suprema es algo que intenta transmitir a sus alumnos, mostrándoles cómo la caridad puede manifestarse en pequeñas acciones cotidianas.
Pastoral Penitenciaria
En su labor como voluntario de la Pastoral Penitenciaria, la cual ejerce desde este curso, Toño ha encontrado una misión profundamente “gratificante y desafiante”. Llevar a Cristo a los hermanos privados de libertad es una tarea que le ha enseñado mucho sobre la humanidad y la fe. Relata con tristeza el caso de un usuario de Cáritas que luchaba con la adicción al alcohol y que finalmente falleció, pero también comparte momentos de profunda alegría, como ver la felicidad de los internos cuando obtienen permisos o participan en la Eucaristía. “La labor del voluntario de Pastoral Penitenciaria es llevar a Cristo a los hermanos privados de libertad, nuestra labor es hacer presente a la iglesia en ese trozo de mundo olvidado que es la cárcel y que también es Iglesia”, explica.
De la vida al aula
En su experiencia como profesor de Religión, Toño ha encontrado una vocación que le llena de alegría diaria. “Cada día es una nueva oportunidad para enseñar y vivir la fe de una manera auténtica y significativa”, asegura.
Toño concluye con un consejo basado en su experiencia: “Dejarse amar por Dios y permitirle actuar en nuestras vidas. La fe no solo se transmite con palabras, sino con hechos. Mi misión es vivir esa fe dentro y fuera del aula, mostrando con mi ejemplo lo que significa ser cristiano”.