Recuperamos en este número una pequeña y amable película que se estrenó en España hace 5 años, y que puede ser visionada a través de algunas plataformas de pago. Se titula “La jaula dorada” y podría calificarse como una comedia híbrida entre el costumbrismo francés y el portugués.
Rubén Alves, director y coguionista, cuenta una historia que conoce muy bien. Hijo de padres portugueses que emigraron a Francia en la década de 1970, forma parte de la nueva generación de luso-descendientes que ya nacieron franceses. Su caso no es infrecuente y el siguiente dato lo confirma: entre 1960 y 1974 salieron de Portugal, en busca de mejores condiciones de vida, un millón y medio de portugueses, de los que un 60% se establecieron en Francia.
El filme nos presenta a María (Rita Blanco) y a José (Joaquim de Almeida). La elección de los nombres no parece casual. Ella es la incansable portera de un elegante edificio de París y él un responsable encargado de obra de una constructora. Son los Ribeiro, personas sencillas, muy trabajadoras, tan serviciales que parientes, inquilinos, jefes y amigos abusan de su generosidad.
Sus dos hijos los ven como unos “pringados”, aunque los quieren de verdad y la familia está muy unida. La hija mayor, Paula (Barbara Cabrita), roza los 30; el chico, Pedro (Alex Alves), está cerca de los 20. Aunque viven en una “jaula dorada”, la saudade está siempre presente en María y en José, que sueñan con regresar algún día a Portugal. La oportunidad irrechazable aparece cuando reciben la noticia de ser los beneficiarios de una herencia.
La cinta tiene una clara vocación de agradar y se entiende que recibiera el galardón del público en los Premios del Cine Europeo 2013. No hay personajes “malos”, porque incluso los menos atractivos acaban mostrando al final que no les falta corazón. Alves contó con un espléndido elenco de actores y con una nostálgica banda sonora de Rodrigo Leao, a la que se añadieron algunas magníficas canciones como “L’étrangère”, de Linda de Suza; “Bacalhau a Portuguesa”, de Quim Barreiros; “Prece (O Fado)” de Catarina Wallenstein; o la archiconocida “Uma Casa Portuguesa”, de la mítica Amalia Rodrigues.
Precisamente en la letra del último tema citado se puede oír una frase que da la clave de la película: “La alegría de la pobreza está en la riqueza de dar y ser feliz”. Porque eso es lo que han hecho María y José toda su vida: servir a los demás con un trabajo no sólo bien hecho sino excelente. No son unos “pringados”, porque detrás de su aparente modestia se esconden dos personas excepcionales.
Juan Jesús de Cózar