El día 6 de enero la Iglesia celebra la Epifanía del Señor. En la Eucaristía del día se lee el Evangelio de San Mateo (Mt, 2, 1-12): “Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”. Epifanía significa manifestación, una realidad purificante y vivificadora. La luz de la estrella tiene un profundo significado. Don Jesús Arellano, en su libro Los Reyes Magos son verdad de 2011, manifiesta que “En Belén se había realizado un gran misterio, una parte del gran misterio de Cristo. La Encarnación de Dios había consumado una de las dimensiones de su plenitud: la Epifanía. Epifanía quiere decir manifestación”. En el libro citado se dice también: “Dios encarnado, Niño aún, se manifiesta al mundo”. Para el Profesor Arellano, “La Manifestación de Dios es la Llamada de Dios. A la luz de la llamarada de la Epifanía, los seres humanos surgen desde los senos de la Historia para formar con el Hombre-Dios un solo pueblo, una gran familia divina. A la llamada purificante de la Epifanía se alza la Humanidad desde el fondo de todas las pasiones y amores, formas de cultura, oficio y profesiones, congojas y esperanzas, ideales y desfallecimientos, risas y llantos, para formar con Cristo un Corazón solo, un Alma sola, una única Realidad vital divina”. De acuerdo con los exegetas hay cuatro Epifanías del Señor. La primera es la que vivimos en estos días.
Pero también la Epifanía que supone el Bautismo del Señor en el río Jordán, la Epifanía de las Bodas de Caná y la Epifanía del Cenáculo, en la última cena. Momentos esenciales de nuestra fe donde Jesús se manifiesta en diferentes ámbitos para mostrarnos el camino de la verdadera luz. Pero el mensaje de Jesús, Niño Dios en los días que ahora celebramos, se debería manifestar en todas la actuaciones de la vida. En el libro Hablar con Dios. Meditaciones para cada día del año. Tomo I, de 1986, de Francisco Fernández Carvajal, se expone en relación con la Epifanía del Señor, que la Iglesia celebra este día 6 de enero la manifestación de Jesús al mundo entero, y en los Magos están representadas las gentes de toda lengua y nación que se ponen en camino para adorar a Jesús. Como nos decía el Arzobispo Emérito de Sevilla, Monseñor Juan José Asenjo, en su Carta Feliz y santo Año Nuevo de 2023: «Epifanía significa manifestación de Dios. En su nacimiento histórico hace dos mil años, Jesús se manifestó primero al pueblo de Israel representado por José, María y los pastores. Pero el Señor vino para toda la humanidad, representada por los Magos. Estos personajes misteriosos, originarios de culturas diversas de la de Israel, simbolizan la voluntad salvífica universal de Dios en la encarnación y el nacimiento de su Hijo. En las personas de los Reyes Magos está prefigurada la humanidad entera».
La literatura universal ha recogido la Adoración de los Magos de Oriente y su significado en diferentes obras. A modo de ejemplo, recogeremos el relato que hace Giovanni Papini en su libro Historia de Cristo, de 1921. Para Papini, estos Magos, estos hombres sabios, representaban el papel del espíritu en medio de un pueblo que vivía para lo material, en definitiva una tercera fuerza, la del saber bien empleado. Para Papini “Era justo que viniesen a inclinarse delante de Jesús. Esta tercera fuerza, la del saber, se postra de rodillas en el establo de Belén, después de haberlo hecho las bestias, que representa la Naturaleza, y los pastores que son el pueblo”. Y continua Papini diciendo que: “Los sabios se arrodillan delante del que ha de poner la nueva sabiduría del amor por encima de la ciencia de las palabras y los números”. También para este autor, “Los Magos de Belén representan a las viejas teologías que vienen a reconocer la revelación definitiva; son la ciencia que se humilla delante de la inocencia, la riqueza que se postra a los pies de la pobreza”.
Francisco Fernández Carvajal, en su libro citado en párrafos precedentes, manifiesta, recordando el camino desde tierras lejanas que recorrieron los Magos de Oriente, nuestros Reyes Magos, y la alegría que sintieron al llegar Belén, que “todo reencuentro con el camino que nos conduce a Jesús está lleno de alegría”. En nuestra vida hay muchas estrellas que nos muestran el camino al Niño Dios que nació en Belén, estrellas como la estrella que vieron los Magos, que se nos aparecen bajo formas distintas, a veces imperceptibles, sencillas, como puede ser la mirada de un niño.
En esta fiesta de la Epifanía, la Iglesia proclama, nos dice Fernández Carvajal, la manifestación de Jesús a todas las personas, de todos los tiempos, sin distinción alguna. Así mismo nos dice el citado autor: “Nosotros podemos ser de aquellos que, estando en el mundo, en medio de nuestras realidades temporales hemos visto la estrella de una llamada de Dios y llevamos una luz interior que es consecuencia de tratar cada día a Jesús”. En el mensaje que el Niño Dios nacido en Belén transmitió durante su vida pública están, sin duda, las claves para hacer de este mundo una realidad mejor, y también un camino de trascendencia. En la Epifanía, Jesús de Nazaret se manifestó por primera vez al mundo, una luz guió a los Magos, hay muchas luces que nos pueden poner en el camino del Niño Dios es nuestra vida, estemos atentos a verlas. En este 5 de enero las calles de llenarán de niños y niñas siguiendo las cabalgatas de los Reyes Magos, en sus cara habrá mucha luz y mucha la alegría inspiradoras para nuestra vida. El mundo hoy muestra una imagen alejada de una existencia comunitaria luminosa y más bien parece, en muchos lugares, sumido en tinieblas. En esta Navidad tenemos dos guerras, una en Ucrania y otra en Palestina que generan mucho sufrimiento. No parece a nivel internacional que muchos dirigentes hayan visto la luz del amor que debiera poner fin a tanto desatino, no parece que hayan visto esa estrella luminosa que guió a los Magos de Oriente hacia la Verdad, representada en el Niño Dios nacido en Belén. Pidamos en nuestra oración personal y comunitaria que la luz que una vez iluminó el cielo estrellado de Oriente Medio, surja en el corazón de los que tienen la capacidad de parar los desatinos de los que somos testigos ésta Navidad. El Niño Dios que nació en Belén y al que adoraron los Magos de Oriente, trajo la luz inicialmente con su sonrisa para todos y después con el mensaje evangélico transmitido en su vida pública años después. El Evangelio da mucha luz sobre qué hacer y cómo hacerlo, solo tenemos que seguirlo y la luz de la estrella, la luz que guió a los Magos de Oriente nos guiará siempre. Este 6 de enero volvemos a celebrar la Epifanía, la manifestación del Niño Dios al mundo con todo lo que significa, seamos conscientes de ello y que dicha manifestación, presente cada año, nos haga ver el camino, el único camino.