En el Salón Principal del Palacio Arzobispal de Sevilla se encuentra un interesante y bello ciclo de la Pasión de Cristo, compuesto por diez lienzos, realizados todos ellos entre 1778 y 1781 por Juan de Espinal y procedentes de la colección del Arzobispo Delgado y Venegas. El autor consigue expresar el sufrimiento redentor de Cristo en su Pasión por medio de figuras de gran expresividad, pero contenidas en su dolor.
Los temas que componen esta serie son:
- El Prendimiento: Espinal pinta una composición basada en un grabado de la “Pequeña pasión” de Durero. Rodeado por los soldados, Jesús recibe el beso de parte de Judas; destacar el contraste entre la diferente iluminación de ambas figuras. A la derecha de la composición, se puede ver a Pedro en el momento de cortar la oreja al criado.
- La Flagelación: de nuevo Espinal se inspira en Durero y en otras estampas flamencas del siglo XVII. El centro de la composición lo ocupa la figura del Redentor que, atado a la columna, recibe en presencia de varias figuras los latigazos por parte de dos sayones, a los que hay que sumar un tercero que, de espaldas al espectador y arrodillado, recoge ramas del suelo.
- Ecce Homo: el autor, inspirándose de nuevo en Durero, plantea una composición en la que aparece en primer plano Cristo coronado de espinas, con el manto púrpura y con una caña en las manos, las cuales aparecen entrelazadas. A su lado, Pilato lo presenta al pueblo, representado por varios personajes de edades variadas, entre los que destaca uno que sostiene la cruz. Ante el Señor aparece un perro ladrándole, símbolo del odio y la violencia con que el pueblo recibe a su Salvador.
- Camino del Calvario: Espinal plantea el tema inspirándose en una estampa flamenca del siglo XVII. Destaca la figura del Nazareno portando la cruz ayudado por el Cireneo y tirado por un sayón ante el cual avanza una comitiva de camino hacia el Calvario.
- El Expolio: una de las pinturas de la serie que más mueven a la devoción del fiel que la contempla. Muestra el momento en que Jesús sentado es despojado de sus vestiduras mientras un personaje cava el terreno un hoyo donde colocar la cruz, la cual aparece en primer término siendo taladrada por otro sayón que, según el profesor Teodoro Falcón, evoca el que aparece en el Expolio del Greco.
- Cristo clavado en la cruz: como afirma el profesor falcón, es ésta una de las escenas mejor compuestas del ciclo. A partir del uso de diagonales y escorzos el autor logra una mayor profundidad en la composición, en la que destaca Cristo en la cruz aún en el suelo mientras está siendo clavado por un sayón. Detrás se ve a la Virgen María con María de Cleofás y la Magdalena con San Juan, mientras que otro sayón acerca una escalera. En primer término, un soldado a caballo parece controlar el cumplimiento de sus órdenes. Destacar el detalle de que esparcidos por el suelo se ven las herramientas, así como el letrero de la cruz. Las tinieblas parecen empezar a cubrir el cielo que aún permanece celeste en el centro de la composición.
- La exaltación de la cruz: inspirado en un cuadro de Rubens que se encuentra en la Catedral de Amberes y que Espinal conocería con seguridad por medio de algún grabado, la composición se articula alrededor de la diagonal que forma la cruz donde está crucificado Cristo y que se muestra en el momento en que están alzándola. De aspecto más tenebrista que el resto de la serie, destaca la iluminación del Señor, cuyo cuerpo se recorta así sobre el fondo de las tinieblas que cubren el cielo totalmente.
- El Calvario: Cristo muerto en la cruz aparece rodeado por su Madre, San Juan y la Magdalena que aparece de rodillas. Destaca el contraste entre la luz que baña a estas figuras con la oscuridad en que están sumergidos tanto los dos ladrones como el fondo de la composición. Hay que señalar igualmente la belleza de las figuras de Cristo y de la Virgen. Según los profesores Valdivieso y Serrera, las fisonomías de los personajes repiten las del Calvario realizado por Espinal para la escalera del Palacio Arzobispal.
- La Piedad: una de las más bellas de todo el ciclo es ésta pintura que presenta a la Virgen con su Hijo muerto en el regazo. A su lado, unos ángeles muestran su dolor ante el sepulcro. Al fondo de la escena se ve el Calvario en el que puede distinguir la parte inferior de la cruz y de la escalera con la que se ha bajado el cuerpo del Señor. A la derecha, en la lejanía se vislumbra la ciudad de Jerusalén. En esta ocasión Espinal se inspira en la Piedad de Annibale Carracci que se encuentra en la Galería Nacional de Capodimonte, aunque como señala Falcón, también podemos descubrir una clara influencia de Murillo.
- El entierro de Cristo: de gran belleza, el centro de la composición lo ocupa el cuerpo muerto de Cristo, que es colocado en el sepulcro con gran ternura por José de Arimatea y Nicodemo, en presencia de la Virgen, las mujeres, San Juan y la Magdalena. Al fondo una figura sostiene la piedra con que se va a sellar el sepulcro mientras que, en el otro extremo del cuadro, se distingue en la lejanía la comitiva de los solados a caballo marchándose. Algunas de las figuras están tomadas de las dos versiones que realiza Tiziano y que se encuentran en el Prado. Destacar la luz que baña el cuerpo muerto de Jesús y que parece iluminar al resto de personajes.
En Semana Santa, la contemplación de las escenas de la Pasión del Señor nos permiten entrar en el misterio de la entrega salvífica de Cristo por cada uno de nosotros y nos ayudan a suscitar en nuestro corazón una respuesta al amor que el Hijo de Dios me ofrece y me demuestra al dar su vida por mí.
Antonio Rodríguez Babío (Delegado diocesano de Patrimonio Cultural)