Los niños de Winton

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En 1988, el programa “That’s Life!” de la BBC dio a conocer a nivel nacional los logros humanitarios de Nicholas George Winton. Nacido el 19 de mayo de 1909 en Hampstead (Londres), de padres judíos, Winton fue un corredor de bolsa que ayudó a rescatar a 669 niños, la mayoría judíos, facilitando su evacuación en tren desde Checoslovaquia hasta Gran Bretaña. Una operación realizada a contrarreloj en 1939, junto a miembros del Comité Checoslovaco para los Refugiados y otros voluntarios británicos. Su historia ha sido contada en una reciente película titulada “Los niños de Winton”.

La dirección corre a cargo del británico James Hawes, responsable de la primera temporada de la serie televisiva “Slow Horses”. Como el guion se basa en el libro «If it’s Not Impossible…The Life of Sir Nicholas Winton», escrito por la esposa de Nicholas, la historia que nos cuenta el filme se centra fundamentalmente en la figura de Winton, alternando dos marcos temporales: 1939 y 1988. Con una cadencia que combina las secuencias trepidantes con otras de ritmo pausado, “Los niños de Winton” logra implicar al espectador y le brinda algunos momentos de gran emotividad.

El joven Nicholas, al que encarna con convicción Johnny Flynn, decide implicarse en el rescate de los niños que se encuentran en un centro de refugiados en Praga, ante la inminente invasión de Checoslovaquia por parte de los nazis. Sus esfuerzos, la ayuda de su madre (Helena Bonham Carter en la ficción), los traslados y las acogidas de los niños componen las escenas de mayor tensión. Como contraste, la vida apacible de un Nicholas ya anciano, interpretado magistralmente por Anthony Hopkins, junto a su encantadora mujer Barbara (Lena Olin), completa el resto del metraje. Vida apacible pero no impasible, porque Nicholas no puede olvidar a los niños que salvó y, sobre todo, a los que no pudo salvar.

Nicholas fue bautizado en la iglesia anglicana a raíz de la conversión de sus padres y procuró que la ética iluminara siempre su conducta, pero no era un hombre religioso. Creencias aparte, una hazaña de tal magnitud merecía el reconocimiento cinematográfico que le otorga esta cinta: un sentido homenaje al que llamaron “el Schindler británico”, a través de una historia estimulante que nos recuerda el compromiso social de todo ser humano. Porque, parafraseando el famoso texto del Talmud, quien salva a un niño salva al universo.

Juan Jesús de Cózar

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