Hoy, mientras le encomendaba a la Virgen varias intenciones de personas cercanas, me he acordado de una conversación que tuve ayer con un amigo.
Comentaba con él la Exposición de “Murillo y los capuchinos de Sevilla” en el Museo de Bellas Artes y en un momento determinado de la conversación, le dije que me fascinaba cómo Murillo pintaba los ojos de la Virgen.
De repente, en mitad de la conversación, me pregunta ¿Cómo son los ojos de la Virgen? (él no se refería a la pintura de la que hablábamos…), me dijo que fue una pregunta que un profesor de su colegio salesiano les dirigió a su clase cuando eran pequeños…
Yo le contesté: “preciosos”
– No, me dijo él, esa no es la respuesta; seguí contestándole:
-“Representan la ternura”
– No es la respuesta correcta…; y finalmente me dice:
– Los ojos de la Virgen son, como dice la Salve, “misericordiosos”.
Me hizo meditar la respuesta: Los ojos de la Virgen son misericordiosos.
“Dios te Salve, Reina y Madre de Misericordia, vida y dulzura…
A ti llamamos los desterrados….; a ti suspiramos… en este valle de lágrimas…
…Señora, Abogada Nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos….”
¡Qué profundidad encierra esa expresión y qué tratado se podría escribir sobre ella…!
La cultura presente, en la que se vislumbra un alejamiento de Dios, parece que quiere hacer desaparecer del corazón del hombre la idea de la misericordia. Se va hacia una sociedad en la que el hombre trata de hacerse dueño de la tierra a través de los adelantos tan vertiginosos de la ciencia y la técnica.
Pero el hombre de fe, invoca a la Misericordia de Dios para poder encontrar una solución a los problemas del mundo.
San Juan Pablo II en “Dives in Misericordia”, hablaba de la urgencia de anunciar y testimoniar la misericordia en el mundo contemporáneo que está amenazado de un peligro inmenso.
Ante esta situación, podríamos invocar a María, Madre de la Misericordia, observando la dulzura de su mirada, a través de sus ojos misericordiosos, para que interceda a Dios por nosotros en estos momentos tan complicados.
Jesús entra en el mundo por María, que gracias a su fe plena y su libertad en el Fiat, le ha abierto las puertas. Toda Ella es manifestación de la misericordia de Dios.
Ella no nos hace perder la Esperanza y nos ayudará a caminar en la senda de un nuevo año que se nos muestra en el horizonte y en el que tenemos que tenerla presente día a día y veremos que sus ojos misericordiosos nunca nos defraudarán.
Beatriz Melguizo, 2 enero de 2018