“Mi vida antes de encontrarme con el Señor era una vida de vacío espiritual, yo siempre lo defino de anemia espiritual. Era un cristiano de cumplimiento y estaba alejado del Señor. Pero tuve un encuentro directamente con Él en un retiro espiritual y entonces me encontré con el amor de Dios en estado puro. Todo cambió en mi vida, mi relación con mi esposa con mis hijos y con mis amigos. Todo se llenó de amor de Dios, todo cambió.
Los problemas que tenía siguen ahí, pero lo que cambió fue la manera de verlos, la manera de enfocarlos, saber que Dios me quiere, que está siempre conmigo y no me deja, todo eso ha cambiado y me ha convertido en una persona diferente. Ver a Jesús en cada persona con la que interactúo es una auténtica maravilla. Y lo más importante de todo es que la Salvación empieza a cobrar vida como tal. No podría volver a no tener a Dios en mi vida. Todo mi ímpitu, mis ganas lo dedico a encontrarme con Él, a compartir el amor que siento por Él y que Él siente por todos nosotros”.