Manos Unidas es la Asociación de la Iglesia Católica en España para la ayuda, promoción y desarrollo del Tercer Mundo. Recientemente, el Arzobispo de Sevilla, mons. Juan José Asenjo, ha nombrado a María del Carmen Albendea nueva presidenta-delegada de Manos Unidas Sevilla, sustituyendo a Joaquín Sainz de la Maza. Ella va a estar al frente de la delegación diocesana de esta ONG de Desarrollo, católica y seglar, en las que tanto la sede de los Servicios Centrales como la de las 72 delegaciones están ubicadas en España.
En una de sus cartas pastorales, mons. Asenjo nos recordaba que esta institución, que tiene ya más de cincuenta y nueve años de historia, está estrechamente vinculada a la Conferencia Episcopal, que la erigió en su día y que aprueba sus estatutos. La misión de Manos Unidas, según queda recogida en el artículo 5 de sus estatutos, es luchar contra el hambre, la deficiente nutrición, la miseria, la enfermedad, el subdesarrollo y la falta de instrucción; y trabajar para erradicar las causas estructurales que las producen: la injusticia, el desigual reparto de los bienes y las oportunidades entre las personas y los pueblos, la ignorancia, los prejuicios, la insolidaridad, la indiferencia y la crisis de valores humanos y cristianos.
La visión de Manos Unidas, cuyo fundamento es el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, es que cada persona, hombre y mujer, en virtud de su dignidad, sea capaz de ser, por sí mismo, agente responsable de su mejora material, de su progreso moral y de su desarrollo espiritual, y goce de una vida digna.
La cultura que orienta a Manos Unidas y la gestión de los recursos está conformada por valores como la dignidad de la persona como eje y fundamento de todo proyecto social, económico, político y cultural; el destino universal de los bienes orientados a garantizar condiciones de vida digna para todos; el bien común, que se considera alcanzado cuando los derechos humanos son garantizados, respetados y promovidos; la solidaridad como firme determinación de trabajar por la justicia y por la vida digna de las personas más empobrecidas de la tierra, en África, Asia y América; y todo esto, no imponiendo su modo de ver y hacer las cosas, sino respondiendo a las demandas de los hombre y mujeres del Sur y compartiendo con ellos la responsabilidad de su propio territorio.
En Manos Unidas el voluntario asume las responsabilidades de los órganos de gobierno, dirección y gestión. Prima la austeridad en los gastos y en el consumo, orientada al compartir y al desarrollo de estilos de vida sostenible respetuosos con el medio ambiente. Todas las actividades en Manos Unidas se realizan con calidad y profesionalidad, es vital también la transparencia en la captación, gestión y administración de los recursos.
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