Marcelino Manzano, sacerdote y cofrade ostenta desde el año 2014 la responsabilidad al frente de la Delegación diocesana de Hermandad y Cofradías, que atiende la parcela más numerosa de nuestra Archidiócesis de Sevilla tanto en corporaciones como en fieles que viven su fe en torno a la piedad popular, a las imágenes y a las grandes devociones de nuestra religiosidad más genuina.
En el pórtico de la Semana Santa, la gran semana de los cristianos, queremos conocer de su voz autorizada la realidad que va a inundar de fe y devoción las calles de nuestros pueblos y ciudades.
Una nueva Semana Santa en puertas, pero hasta llegar aquí, ¿cuál ha sido el trabajo de la Delegación que dirige durante todo el curso y que ahora eclosiona con la Semana Mayor?
El trabajo de la Delegación de Hermandades es permanente, porque la vida de las hermandades abarca todo el año, y no es un tópico: la formación, la caridad, los cultos, las actividades con los jóvenes, etc. no paran nunca (si acaso, en la feria de cada localidad). Tras la Semana Santa comienzan las glorias, las romerías, los cultos sacramentales. Y en mayo, agosto y septiembre, muchos cultos a las patronas de cada pueblo. Y vuelta a comenzar el curso. El trabajo consiste en el acompañamiento pastoral a hermandades y consejos de hermandades, la ayuda a los directores espirituales en este sentido, la cercanía para solucionar problemas que surjan y el fomento de la formación de las juntas de gobierno, entre otras muchas cosas.
¿Cuál es la realidad que encuentra en las hermandades y cofradías y de la Semana Santa en las muchas e importantes localidades de la Archidiócesis, a veces oculta por la grandeza de la capital?
Una realidad muy rica, hermosa y llena de actividad, en general. Y con un gran aprecio por su inserción en la vida parroquial y en la vida de cada pueblo. Las hermandades son fundamentales para conservar la tradición de la fe y, por qué no decirlo, cultural, de cada lugar de la Archidiócesis. También se aprecian carencias que tenemos que seguir subsanando: crecer en la experiencia personal de Cristo, el compromiso con los sacramentos y en la formación; y tener más vigor evangelizador.
Las cofradías en Sevilla han crecido mucho en los últimos años en todos los aspectos. A su juicio, ¿cómo afrontar esta realidad, a veces desmesurada, del “mundo cofrade” para no desnaturalizar la raíz y la vivencia religiosa de nuestras corporaciones?
Es cierto ese crecimiento, y es un don del Espíritu Santo, que debe ser bien acogido por nosotros para que, efectivamente, no se desnaturalicen nuestras hermandades. El crecimiento es doble. Por un lado, crecen las iniciativas para fundar nuevas hermandades. Esto lo vamos encauzando con un discernimiento sereno sobre la oportunidad de una nueva fundación y, en su caso, con un proceso serio en la propia fundación, que abarca varios años, los que se vean necesarios. Por otro lado, el crecimiento interno de muchas hermandades, que debe ser encauzado mediante el cuidado de la recepción de nuevos hermanos (explicarles bien qué compromiso se adquiere al ingresar en la hermandad) y procurando que la hermandad sea un espacio de oración y encuentro con Dios, mediante las actividades oportunas.
¿Cree que los asuntos de horarios e itinerarios y sus controversias pueden ocultar otras realidades más importantes de las cofradías y de la Semana Santa? ¿Qué pautas de actuación señalaría para abordar adecuadamente estos asuntos?
Sin dejar de pensar que los asuntos de los horarios e itinerarios son importantes, sí creo que en muchas ocasiones ocultan lo más importante de la vida de las hermandades. Yo hablaría de una cierta sobreexposición de estas cuestiones que, insisto, son temas que hay que abordar, pero quizás de forma más interna. No ocultar estas cuestiones, pero poner más acento en ofrecer a los medios esas otras noticias acerca de la inmensa labor de las hermandades en tantos campos. Es lo que intenta hacer cada mes esta revista diocesana, por ejemplo.
Junto a la gran labor que realizan, ¿qué asignaturas consideraría “pendientes” o “mejorables” al día de hoy por nuestras hermandades y cofradías?
Abundando en lo que decía antes, tenemos como ponernos como objetivo que cada hermandad sea una “fragua de santidad”. Que sea un ámbito para conocer, amar y seguir a Jesucristo. El cofrade no tiene más que remedio que aspirar a la santidad si quiere ser un cofrade auténtico, con los medios que le ofrece la hermandad a través de sus reglas, sus cultos, su estación de penitencia, etc.
Y por último, ¿qué mensaje enviaría a los cofrades de la Archidiócesis en las puertas de esta nueva Semana Santa de 2019?
Precisamente, en el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2019, nos dice que el tiempo cuaresmal es el camino que hace Jesús por el desierto de la creación, para devolverle su rostro primigenio de jardín de la comunión con Dios, como era antes del pecado original. Yo pido a todos los cofrades que hagan este camino con Jesús en cada una de sus vidas: abandonar el pecado y volver de todo corazón a Dios. Y que la estación de penitencia, vivida en la intimidad de la oración, sea el final, o al menos el inicio, de ese camino.
Isidro González