Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,30-37):
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.»
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Comentario
Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos
Un niño en medio de los discípulos. Y el Maestro lo abraza y lo pone de ejemplo. Ante hombres hechos y derechos con toda la barba. Y ante el escándalo de los biempensantes. Cada vez que entran en escena los críos en el Evangelio, tenemos que retrotraernos a la mentalidad hebraica de hace dos milenios y olvidarnos de nuestra forma de ver el mundo en la que los hijos son valiosos, queridos y tenidos en cuenta: el niño ocupaba el último lugar en la escala social más como objeto que como sujeto, por supuesto sin capacidad de decisión ni consideración alguna. Cada vez que Jesús pone a un niño como ejemplo está llamando la atención sobre el último peldaño, sobre los que no tenían ni voz. Que ese ejemplo llegue justo después de que los discípulos hayan discutido acaloradamente sobre el reparto de lugares de honor y la importancia de cada uno da idea de la subversión de los valores establecidos que propugna el Reino de Dios. «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Como eran los niños, últimos entre los últimos.