Fernando Flores Ramírez
Sevilla (1951)
Esposo, padre y abuelo
Voluntario de la Delegación de Pastoral Penitenciaria
Desde hace cinco años Fernando es voluntario de la Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria de Sevilla, que el 24 de septiembre celebra la festividad de Nuestra Señora de la Merced, patrona de los presos y de las Instituciones Penitenciarias. Después de recibir formación para poder prestar su servicio pastoral y catequético a los privados de libertad, ahora frecuenta el Centro Penitenciario Sevilla I.
Actualmente es el encargado de gestionar los donativos que aportan entre todos los voluntarios, como ropa y calzado, destinados principalmente a los internos extranjeros o sin familia.
Portador de esperanza
“He decidido dedicar tiempo de mi vida, del que ahora dispongo, para ayudar a los encarcelados a que no pierdan la esperanza, para que, cuando salgan de la cárcel, sean hombres renovados, olvidando las injusticias que esta sociedad está cometiendo con la mayor parte de ellos”.
Fernando, a través del Evangelio, quiere ayudar a los prisioneros “para que puedan superar el trance que supone soledad, angustia y oscuridad. Quiero ofrecer mi ayuda, en la seguridad de que es Cristo quien nos ayuda a través de su misericordia”.
Obras de misericordia
Sobre este apostolado, una obra de misericordia corporal, Fernando destaca la importancia de transmitir “calor humano y comprensión a una persona que sabe no será juzgada por los voluntarios, porque solo Dios puede hacerlo”. Recuerda con gratitud que, hace unas semanas, “un interno que toca la guitarra en las misas de los sábados le puso música a un poema que había escrito titulado Alma. Lo cantó durante la comunión y a mí me supuso una gran emoción”. Actualmente el grupo de voluntarios desarrolla un taller de poesía donde los internos llevan sus escritos y expresan sus sentimientos a través de la palabra escrita.
Su vinculación con esta pastoral diocesana es fruto de su relación con Jesús. “Me llena de ilusión poderle servir a Él a través de los más desfavorecidos”. Reconoce que un viaje a Tierra Santa le cambió la vida y la fe, desde entonces, se traduce en una “búsqueda constante”.
Fernando, junto a otros voluntarios, acude los miércoles a entregar prendas de vestir y otros artículos a los privados de libertad y, los sábados, a celebrar la Eucaristía. En su parroquia de origen, Nuestra Señora del Amparo y San Fernando, de Dos Hermanas, imparte catequesis a un grupo de once niños que se preparan para recibir la primera comunión. Considera que, en relación a la visita a los más necesitados hay todavía mucho por hacer, sin embargo, agradece el esfuerzo que hacen sacerdotes y laicos por llevar la Palabra de Dios y la Eucaristía a la población reclusa de Sevilla.