El presbítero Francisco, tras 14 años de misiones en Perú narra que no es fácil relatar un sólo día porque cada uno es diferente y no hay dos iguales. No obstante, señala que levantarse muy temprano y dedicar largos períodos a la oración es vital y recurrente antes de iniciar las tareas habituales de atención a las distintas personas que vienen de las comunidades, visitar a los enfermos e impartir catequesis.
«Cristo hace todo nuevo y no deja de sorprendente con las obras que va realizando, se vale de muchos acontecimientos y movimientos para descubrir la vocación misionera», refiere.
Acudir a los medios de comunicación para ofrecer meditaciones sobre la Palabra de Dios que ayuden a las demás personas también forma parte del itinerario que recorre diariamente.