Manuel Mallofret Lancha, naural de Zalamea La Real (Huelva), nació en 1937. Actualmente es sacerdote jubilado y reside en la Casa Sacerdotal Santa Clara. Fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1966. Tras 58 años de ordenación sacerdotal afirma que “el cristianismo no es una religión cualquiera”. El sacerdote Manuel Mallofret vive actualmente en la Casa Sacerdotal Santa Clara, de Sevilla.
Sus últimos años de estudios en Teología los realizó en Roma, donde recibió la ordenación sacerdotal. Posteriormente fue nombrado párroco de San Jerónimo, de Sevilla. “Recuerdo que pedí en aquel momento que me enviaran a un barrio con esas características”. Estuvo atendiendo a la feligresía durante una década. Fue también párroco de Ntra. Sra. de la O y de Ntra. Sra. del Rosario.
“Mi ministerio sacerdotal lo he dedicado mucho a la enseñanza en el Centro de Estudios Teológicos por mi condición de licenciado en Teología y Derecho”. Sobre su estilo de vida en la actualidad, Manuel Mallofret manifiesta que, tras la jubilación, tiene tiempo para pensar mucho y dedicarse a la lectura de textos históricos. Aprovecha toda ocasión para dar gracias a Dios por todos los bienes recibidos, “entre ellos, por el don del sacerdocio; la mejor decisión de mi vida”.
Mallofret reconoce que la llamada vocacional surgió en su vida de una manera “muy natural, casi a la par con otras expectativas de futuro”, pero, en libertad decidió, “con la ayuda de Dios, entrar en el Seminario y dedicar su vida a la formación y el servicio”.
Sobre su oración personal en este momento reconoce que es “muy serena y bonita, porque veo cómo mi historia personal está rodeada de una elección muy libre, desde entrar al Seminario, hasta los pequeños sí que he ido dando a lo largo de mi vida, fui eligiéndolo a Él entre muchas otras posibilidades. Mi vida tiene un fondo de plenitud, de gozo personal. A mi edad no tengo que arrepentirme de las decisiones tomadas, cosa que es maravillosa y estoy agradecido por ello”.
«Este es mí mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado»
Manuel Mallofret profundiza en este mandamiento expresado en el Evangelio de san Juan como un pasaje bíblico que lo “interpela interiormente y lo invita a ser cada día mejor cristiano. El cristianismo nos lleva a amarnos más y mejor cada día, como Él nos ha amado”.