Pedro Fernández Alejo es delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria y tras una jornada dentro de las prisiones de Sevilla escribió una carta a los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria para agradecer sus buenos servicios y pedir oración por la población reclusa que en tiempos de pandemia, vive un doble confinamiento.
Me gustaría compartir la experiencia que he vivido en la prisión de Sevilla I tras una nueva jornada.
¡Desolación y serenidad! ¡Inquietud y paz! ¡Preocupación y gozo!
En Preventivos estuve con Teódulo, que tuvo que celebrar la Eucaristía en un aula porque la enfermería estaba aislada por contagios. Espero que el pequeño grupo de internos pudieran vivir bien la Santa Misa.
En Cumplimiento tuve que estar en Misa y repicando. Gracias a que los «monaguillos» lo prepararon todo como siempre con esmero y cariño. Los funcionarios «funcionaron» de maravilla sacando a los internos. Hubo colaboración y rapidez.
La Celebración Eucarística fue de una intensidad alucinante. Se palpaba la Paz y el Espíritu.
Pero se notaba el vacío de la presencia vuestra, de la presencia de los voluntarios. Porque toda esta riqueza que es don de Dios, os pertenece también a vosotros que sentís con tanta fuerza el compartir con los hermanos de prisión la Fe y la comunión en Cristo.
Y tengo que proclamar bien alto mi acción de gracias emocionado a la dirección de la cárcel que no nos va cerrado las puertas en esta situación y nos ha permitido que, aunque solo seamos los Capellanes, podamos acompañar a los presos en este calvario.
Tengamos en cuenta que cerca del 70 % de las prisiones están cerradas a cal y canto, y ni siquiera los capellanes pueden entrar.
Son momentos de comunión y oración, de esperanza y fortaleza.
¡También de agradecimiento!
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