En los primeros días de mayo, la ciudad de Sevilla ha recibido la visita de Mons. Fernando Ocáriz, Prelado del Opus Dei.
El hecho ha sido recogido en la página web del Arzobispado mostrando partes relevantes de la visita y poniendo de manifiesto su importancia en el marco de la Iglesia que tenemos.
Tuve ocasión de asistir a una de las numerosas tertulias que compartió el Padre, como cariñosamente se le llama en el Opus Dei al Prelado, en Cartuja Center. Las impresiones que tuve son variadas y las quiero recoger en esta aportación al blog. En primer lugar sentir el convencimiento de la pertenencia a una Iglesia en marcha, activa, al día de los problemas y necesidades del mundo real. Escuchando al Prelado recordé muchos de los mensajes que nos transmiten nuestro Arzobispo Mons. José Ángel Saiz Meneses y también nuestro Arzobispo Emérito Mons. Juan José Asenjo Pelegrina. Mensajes llenos de amistad, amor, espíritu evangélico y unidad con el Papa Francisco. Tenemos una Iglesia integrada por diferentes grupos en una unidad común de trascendencia que genera una necesaria potencia fuerza transformadora. En relación con la tertulia a la asistí pude comprobar cómo el concepto de tertulia dentro de la familia del Opus Dei se mantiene, es decir, un encuentro lleno de espíritu familiar.
Llama la atención cómo se puede conseguir eso en un espacio tan grande como el Cartuja Center y con 2.300 personas. Pero no esto lo más relevante aunque quería referirlo. Habló Mons. Ocáriz de la esperanza, clave para luchar contra nuestros defectos en la vida diaria empleando más amor en nuestra actividad familiar y laboral. Nos invitó a crecer en el amor destacando el papel de la oración, una oración expresable como continua en nuestra vida de cada día en diversas formas y el esencial papel de la Eucaristía. Nos invitó también a pedir la ayuda del Espíritu Santo, insistiendo que el egoísmo, a veces muy presente en el mundo actual, no la alegría y, en cambio, la generosidad sí. La idea esencial de llevar la paz al mundo no compete a todos. También nos invitó a ver a Dios en todo, en todos, un Dios que es amor, moviéndonos por cariño, por fraternidad, sintiendo todo lo que pasa en el mundo, sintiendo internamente el poder de la oración, como nos indicó insistía frecuentemente San José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.
Es muy bonita la idea de que Dios nos ha dado el mundo por heredad, un mundo que es nuestro no por dominio, como parece indicar la actual geopolítica mundial, sino por amor a todos. Nos invitó Mons. Ocáriz a sentir el espíritu universal de amor y servicio unidos al Papa Francisco, rezando por él y sus intenciones en unos tiempos tan difíciles. Nos recordó también la idea de San Pablo de vivir alegres en la esperanza. Tuvo un mensaje sobre las redes sociales manifestando su potencia para el bien y para el mal. Una idea preciosa que expresó es que para ser feliz hace falta un corazón enamorado. Nos previno acerca de la sociedad del miedo, tan presente hoy, manifestando que la serenidad y la paz echan al miedo, el camino del Señor nos hace perder el miedo. También nos recordó la importancia de respetar la libertad de los hijos, insistiendo en el papel de la oración y de la amistad como elemento clave del apostolado, oración y amistad, y nos recordó que tenemos que ser amigos de nuestros nietos, un importante mensaje para los que somos abuelos, en el mundo que vivimos, ya que los abuelos transmiten experiencia de vida. La familia es un elemento social indispensable, familias que se ayudan entre sus miembros y que ayudan a otras familias. La fuerza educativa de la familia es enorme, imprescindible en la sociedad que vivimos. El encuentro, la tertulia, celebrada en el Cartuja Center tenía como referencia el encuentro entre familias y así lo percibimos los que pudimos asistir, animados por la alegría de nuestras sevillanas cantadas por el grupo Altair. Encuentros como esto, junto con otras que tenemos en nuestra Iglesia Metropolitana nos fortalecen en la Fe, la Esperanza y Caridad.