Nos recomendaba el Arzobispo de Sevilla, D. Juan José Asenjo Pelegrina, el 23 de diciembre emplear la forma de felicitar que hemos utilizado desde antiguo y hoy parece en desuso, es decir, “Felices Pascuas”. Decir “Feliz Navidad” nos remite al día grande donde ya Jesús ha nacido, al igual que “Feliz Nochebuena” nos hace recordar la noche en que el Hijo de Dios vino al mundo. La mayor parte de las personas utilizan hoy el Felices Fiestas, lo cual nos aleja del sentido profundo y trascendente de la Navidad. El empleo de “Felices Pascuas” nos extiende la felicitación a un tiempo más extendido entre la Nochebuena (nacimiento de Jesús en Belén) y la Epifanía (Adoración de los Magos). El término “pascua” es una adaptación del hebreo que significa pasar. La Pascua nos remite al paso del Hijo de Dios por el mundo.
En la iluminación navideña que nos acompaña y nos alegra las calles de Sevilla en este entrañable tiempo aparecen luces de muchos colores. Originariamente eran velas estas luminarias de alegría simbolizando la luz de Jesús que ilumina al mundo. También aparece la estrella, que simboliza la guía del mensaje a través de la estrella de Belén. En la iluminación navideña de Sevilla podemos apreciar también símbolos de nuestra visión trascendente de la misma, y el Portal de Belén está en el arquillo del Ayuntamiento.
Para los cristianos también la Navidad es una fiesta, pero no solo debe ser eso. No puede haber una Navidad sin Jesús. Por eso debemos felicitar con un Felices Pascuas y también con el entrañable Feliz Navidad, así recordamos el sentido de estas fiestas. La tradición del Belén, tan grande como cada uno pueda, no debería faltar en nuestros hogares y trasladar a nuestros visitantes que lo importante el portal donde está Jesús. Quizás deberíamos mirarlo y rezar una pequeña oración por todos en ese pequeño altar que significa el portal de Belén en nuestra casas en el tiempo navideño. Este año me ha parecido percibir un menor número de colgaduras con la imagen de Jesús nacido, no sé si tiene que ver con la ubicación en balcones y ventanas de la bandera de España, que si abundan por las razones que sabemos. No importa, el Hijo de Dios debe estar en nuestros corazones. Jesús nos trae paz, esperanza, amor, perdón, solidaridad, un conjunto de valores que bullen en nuestros corazones en Navidad, pero que debemos guardar un tesoro el resto del año. Navidad con Jesús, y también todo el año con El, que su mensaje liberador y salvador nos impregne cada día hasta la próxima Navidad donde nos reencontraremos de nuevo con el Belén y su mensaje.
Manuel Enrique Figueroa, 26 de diciembre de 2017