He participado en la delegación de la Archidiócesis de Sevilla en el Congreso de Laicos celebrado los días 14-16 de febrero en el Pabellón de cristal de la Casa de Campo en Madrid. Desde Sevilla participamos unas 40 personas encabezadas por el Delegado diocesano de apostolado social Enrique Belloso y el Arzobispo de Sevilla D. Juan José Asenjo.
Nuestra representación era bastante diversa en cuanto procedencias de diferentes realidades laicales diocesanas. He experimentado un gran sentido de pertenencia a nuestra Iglesia, con sus luces y con sus sombras; pero donde sin duda las luces han sido mayores, la diversidad de carismas, el compromiso fuerte y profundo del laicado. Se han presentado experiencias y testimonios de servicio en todos los campos que estructuraron el encuentro: primer anuncio, formación, acompañamiento y vida pública. En todos ellos hay que destacar la humildad, el servicio, la gratuidad y el amor puesto más en las obras que en las palabras, se palpaba una Iglesia que sirve y que se la encuentra allí donde la debilidad y la precariedad está especialmente presente, aquellos lugares y heridas de nuestra sociedad que son especialmente dolorosos tienen siempre una presencia cristiana eclesial, que no pide reconocimiento, pero sí reclama que es una tarea de y para todos y todas los que formamos parte de la Iglesia.
La tarde del viernes 14 fue la recepción y acogida, por la noche se celebró una vigilia donde además de rezar y cantar juntos se expusieron algunos testimonios de laicos y laicas; la experiencia de conversión de una mujer tras un retiro de Emaús, el compromiso político cristiano en un partido y la fe vivida en la vida cotidiana de una madre de familia, sirvieron de pistoletazo de salida y de muestra de la calidad humana y del servicio de la realidad laical a la sociedad y a la Iglesia. El sábado fue el día más intenso donde a través de las cuatro líneas (primer anuncio, acompañamiento, formación y vida pública) nos distribuimos la mañana y la tarde para escuchar, distribuidos en grupos de 500 personas una ponencia inspiradora sobre la línea temática, a continuación, nos subdividíamos primero en grupos de 50 personas para escuchar dos experiencias y dos testimonios relativos a la línea en cuestión. Por último, nos volvíamos a dividir en dos grupos de 25 para orar juntos y responder a tres cuestiones: ¿qué actitudes tenemos que cambiar personal y comunitariamente? ¿qué procesos o líneas de trabajo hay que generar? ¿qué acciones concretas se proponen?, con el resultado de estas preguntas se realizaría una ponencia final en el congreso.
A mí personalmente me correspondió estar presente y moderar dos grupos, uno de acompañamiento, en la mañana; y otro de vida pública, en la tarde. En la mañana, tras la eucaristía de inicio de la jornada, y después de la ponencia sobre acompañamiento de Covadonga Orejas del equipo Ruaj, fui al grupo de la línea 16 “acompañamiento a situaciones de precariedad y vulnerabilidad” donde se presentaron dos experiencias, una muy conocida y querida -Casa Mambré- presentado por mis compañeros de comunidad de Sevilla Fátima y Marcelino y una segunda –Rompe tu silencio– de la Diócesis de Toledo de acompañamiento a mujeres víctimas de violencia de Género. Ambas causaron una profunda impresión entre todos los asistentes que preguntaron mucho por ambas
Por la tarde, en la línea de presencia en la vida pública, se presentó una ponencia dinámica por Agustín Domingo Moratalla animando a la participación de los cristianos en la vida pública, la Iglesia debe ser un espacio donde los diferentes partidos encuentran personas que se implican y que recargan sus energías en su comunidad eclesial correspondientes donde son acompañados, no podemos dejar nuestra sociedad en manos únicamente del Estado y del mercado sino que la sociedad civil y los cristianos en particular debemos ser agentes dinámicos activos. Se presentaron dos experiencias a continuación: una de trabajo en red de Caritas en Bilbao y otra del trabajo en un colegio en Málaga en el barrio de los Asperones, donde Fano, conocido dibujante, dirige un centro educativo y realiza una labor social en un contexto muy complejo y marginal. Ambas experiencias volvieron a poner de manifiesto el papel del servicio del laicado, aunque el testimonio de Fano, acompañado de sus dibujos y de su elocuencia nos entusiasmó y emocionó a todos los presentes.
El domingo se presentó la ponencia final de manera muy cercana y dinámica por Mons. Antoni Vadell, obispo auxiliar de Barcelona y Ana Medina, periodista de TRECE TV y compañera de CVX Málaga. Todas las celebraciones fueron acompañadas por un impresionante coro de artistas entregados que dieron mucha calidad y ayudaron mucho a entrar a una dimensión de más profundidad.
En conclusión, mi experiencia previa de preparación, el propio desarrollo del congreso y su extensión posterior ha sido y es motivo de esperanza para una Iglesia en salida, hacia el mundo, hacia todas las personas sin distinción, para llevar una buena noticia. Una esperanza y buena noticia que necesita, más que nunca, de la corresponsabilidad del laicado para poder hacerse realmente presente en el mundo de hoy, para reconocer a Dios donde ya está presente y para llevar una palabra de esperanza donde están los retos y las dificultades.
Eduardo Ibáñez Ruiz del Portal, presidente de CVX – Sevilla