IDEA CENTRAL
La Buena Noticia: “Dios ha resucitado a Jesús y lo ha constituido Señor” (Hch. 2, 32.36). Jesús ha resucitado, Él es el Señor. “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también es nuestra fe” (1 Cor. 15, 14).
NUESTRA FE
“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”(Jn 3,16). Dios resucitó a Jesús, adquiriendo de esta manera su vida y su persona un significado totalmente nuevo y definitivo.
Acoger el anuncio de la Buena Noticia es encontrarse con Jesucristo. Necesitamos tener conciencia clara de la grandeza y la originalidad del anuncio que se nos hace y de nuestra actitud personal ante el mismo.
Jesucristo es alguien concreto, un TÚ con el que puedo encontrarme. Es alguien inconfundible: Jesús de Nazaret, el Cristo, el Señor, el Hijo de Dios. Podemos identificarlo y acercarnos a Él. Jesús es alguien concreto que nos interpela y nos invita a descubrir las dimensiones más profundas de la existencia, que nos ofrece la plena liberación y salvación.
Jesús es el Cristo, el Mesías enviado por Dios, la Palabra del Padre, el Verbo de la Vida. Jesús en persona es la Buena Noticia, el Evangelio que Dios ha comunicado al mundo.
Jesucristo está vivo y presente entre nosotros. Ser cristiano es encontrarse con Jesucristo, acogiendo el anuncio que nos hace la Iglesia, entrando en relación personal con Él. Ser cristiano es vivir de ese encuentro y para ese encuentro, convertir toda la vida en un encuentro con Él, un encuentro que cambia nuestra vida y nos lleva a servir a todos, a transformar la sociedad.
El Señor nos anuncia el Reino de Dios que está destinado a todos los hombres, especialmente a los pobres y descartados. El Reino nos trae la salvación integral y se realiza en el mandamiento del amor. Su realidad abarca a todos: a las personas, a la sociedad, al mundo entero.
El anuncio de Jesús nos invita a la conversión personal, acogiendo a Jesús por la fe y a dejarse transformar en Él por el Espíritu Santo.
DIALOGAMOS JUNTOS
Mirada creyente
Nosotros creemos y anunciamos que Jesús ha resucitado. En la fe en este hecho y en lo que este acontecimiento revela se juega todo el contenido de nuestra fe.
Sin la fe en la resurrección de Jesucristo carece de sentido la proclamación del Evangelio, la celebración de la liturgia de la Iglesia y la misma vida de los cristianos. Muchos bautizados hoy rechazan esta verdad y viven indiferentes ante ella, pero sin vivir esta verdad “vana es nuestra fe”.
Constamos que en estos tiempos la figura de Cristo y del mismo cristianismo queda reducida a un mero hecho cultural, así como, que la indiferencia general sobre la presencia de Dios y de la fe cristiana es cada vez más palpable en nuestra sociedad consumista y eurocéntrica.
Pero no todo son sombras, en medio de nuestros conciudadanos surgen personas, iniciativas y proyectos que reflejan con fuerza la fe en la resurrección de Cristo. Esta es, sin duda, una gran llamada a la conversión personal y comunitaria.
Una pregunta ¿Cómo he manifestado a otros, por mis palabras y mis obras, que Jesucristo está vivo y resucitado en medio de nosotros?
Reflexión desde la vida cristiana
Es esencial que caigamos en la cuenta de lo vacía y necia que estaría nuestra vida de fe y nuestra vida en general, de nuestro cristianismo sin la resurrección de Jesús. Por otro lado, es esencial que reflexionemos sobre el sentido nuevo y renovador que tiene en nuestra existencia el mensaje cristiano, centrado en la resurrección del Señor.
Sería el momento de hacernos esta pregunta ¿Es la Buena Noticia el centro de toda nuestra vida personal, eclesial y social? Para valorar el alcance de nuestra actitud personal podemos hacernos muchas preguntas: Si Cristo está vivo, ¿cuál es mi relación personal con Él, por ejemplo, en la oración? Si Él está presente en los sacramentos, y especialmente en la Eucaristía, ¿qué valor doy en mi vida a este sacramento de nuestra fe? Si se hace presente en los hermanos, y especialmente en los pobres y en los que sufren, ¿cómo le expreso mi amor y mi veneración en lo que digo de ellos y hago con ellos?
¡Cuántas veces nos lamentamos que existan tantos bautizados que todavía no han hecho suya la fe que recibieron en el bautismo! Quizás muchos cristianos vivimos adormecidos mientras que la sociedad, tradicionalmente llamada cristiana, va por los caminos del secularismo y la apostasía silenciosa de la fe.
Constatamos que muchos bautizados todavía no han acogido la verdadera fe cristiana, conviene que nos preguntamos con gran sinceridad: ¿hay, en verdad, mucha diferencia entre nuestra vida y la de estos hermanos?
Nos tendríamos que preguntar también ¿nos podemos considerar cristianos verdaderamente convertidos? ¿En qué medida Cristo resucitado es la Buena Noticia para nosotros?
Un compromiso abierto a los demás
Sin duda, se hace camino al andar. Nuestros pequeños compromisos deben estar dentro de un plan más global: un proyecto de vida cristiana, cuyo punto de inicio sea la fe en la resurrección de Jesús.
Por ello, es esencial que nos comprometamos de forma concreta. Jesucristo resucitado nos lleva a abandonar el “hombre viejo” que hay en cada uno de nosotros y asumir la novedad permanente de la fe cristiana en la resurrección.
Una pregunta final: ¿Cómo podríamos mostrar comprensión y amor a los bautizados que todavía no han descubierto que el centro de la fe cristiana es la resurrección de Jesús?
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VÍDEO DE LA SEGUNDA SESIÓN DEL FORO PERMANENTE ONLINE
(*) Estos textos están inspirados en el Itinerario de Formación Cristiana de Adultos – Ser cristianos en el corazón del mundo-, de la Conferencia Episcopal Española, publicados por la Editorial EDICE.