A mediados de marzo tuvimos la oportunidad de acudir al Congreso de Laicos ‘Pueblo de Dios en Salida’, que se celebró en Madrid y que congregó a unas 2000 personas pertenecientes a diócesis provenientes de toda España. Lo hacíamos representando a los distintos grupos que componen la pluralidad de movimientos y asociaciones que en su amplia gama conforman la Archidiócesis de Sevilla, con nuestro arzobispo D. Juan José al frente a quien tuvimos la oportunidad de saludar nada más llegar al Palacio de Congresos de Cristal dónde tenía lugar la cita que duraría todo el fin de semana con la correspondiente foto oficial.
Exposiciones orales, música, oración (una capilla con exposición continua del Jesús Sacramentado). testimonios y charlas formativas constituían el centro del Congreso. Y sobre todo, me quedo con la rica experiencia de haber podido convivir de una forma muy estrecha con los componentes de la Conferencia Episcopal, nuestros Obispos, a los que tuve la oportunidad de poder compartir con ellos momentos para saludarlos y tratar temas de interés.
Y destacar, como no, la “alegría del Congreso”, que ha sido impresionante. Alegría de ver la diversidad de la Iglesia y su riqueza encarnada en una multitud de jóvenes, sobre todo, que no dejó de apagarse en ningún momento. De ver que tenemos capacidad para llegar a cualquier rincón por muy lejos que esté, de trabajar juntos para esta misión compartida, de que lo nuestro está para ponerlo a disposición de los demás.” Una Iglesia en salida”, generosa, joven y alegre, que dé testimonio de inmenso gozo que supone testimoniar a Jesús vivo entre todos nosotros. Se han constatado las palabras del Papa Francisco: “que el otro te pertenece, el otro te puede enriquecer. Te reconocías como hermano, y veías que hay mucha gente comprometida y que no estás sólo en la viña del Señor”.
El itinerario que me tocó seguir fue el número tres: “La formación de los laicos para ser Iglesia en salida”. Partiendo del presupuesto que la fe es un tesoro que transmitir, el cristianismo se presenta como una fe que merece la pena vivir porque es también una fe por la que merece la pena morir. Nuestra fe nos pide emitir. Sin emitir es muy difícil evangelizar.
Si nosotros tenemos un tesoro que genera alegría, aquí se nos abren posibilidades de darlo a conocer, a no ser que a nosotros la fe cristiana no nos suponga ningún beneficio, ningún tipo de salvación. Pero si vivimos la fe cristiana desde la alegría de haber encontrado un tesoro, de haber sido tocados por la gracia, entonces podemos compartir lo que a nosotros nos ayuda, tanto personal como comunitaria.
Esta fe tuvimos la oportunidad de palparla en los miembros de la expedición de Sevilla. El cariño, el buen ambiente y la alegría hicieron que todo el viaje transcurriera de la mejor manera posible dejando el recuerdo en nuestros corazones de una cita inolvidable.
Amadeo González Arias, miembro del Consejo Diocesano de Pastoral – Vicaría Sur