IDEA CENTRAL
“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación (Mc 16, 15-20). “Porque gracias a Cristo unos y otros, unidos en un solo Espíritu, tenemos acceso al Padre” (Ef 2, 18). La Iglesia existe para evangelizar (Evangelii Nuntiandi, San Pablo VI).
El Pueblo de Dios en salida está llamado a dejar atrás sus comodidades y dar el paso hacia el otro, intentando dar razón de la esperanza (cf. 1 P 3,15), no con respuestas prefabricadas, sino encarnadas y contextualizadas para hacer comprensible y asequible la Verdad que como cristianos nos mueve y nos hace felices…. No tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente… esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida (Papa Francisco, Mensaje al Congreso Pueblo de Dios en Salida, 2020).
NUESTRA FE
La Iglesia forma parte del Plan que Dios tiene para salvar a los hombres y ofrecerles su amistad. El Misterio de la Iglesia lo debemos contemplar desde el mismo Dios que nos envía a su Hijo, que se encarna y nos salva. La Iglesia nace de la Santísima Trinidad y hacia ella camina. El Espíritu Santo, podríamos decir, “inaugura” la Iglesia en Pentecostés. Este es el momento en que la Iglesia se manifiesta públicamente ante el mundo.
El Espíritu Santo sostiene a la Iglesia, le da fortaleza para vencer el miedo, es el principio de la comunión eclesial. Él es el vínculo y el impulsor de la unidad de la Iglesia. Sin duda, la Iglesia es una comunidad de discípulos sostenida por el Espíritu Santo. Es un Misterio de Unidad. Pero entonces, ¿de quién es la Iglesia? La Iglesia es de Dios. Es el misterio de la unión de los hombres con Dios. La Iglesia es la Esposa Cristo, es Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo. La Iglesia es una, santa, católica y apostólica.
Sabemos bien que Dios nos amó primero y que la fe es un don que surge de un encuentro. Él sale en nuestra búsqueda y nosotros le tenemos que dar una respuesta desde nuestra libertad. Pero no podemos vivir aislados, solos, necesitamos a los demás, para transmitir la fe, para vivirla en comunidad. En la Iglesia todos encontramos lo que necesitamos para vivir nuestra fe como cristianos, para ir adelante en cada circunstancia de nuestra vida, en cada época. Por eso, tenemos que acoger los dones que la Iglesia nos ofrece para crecer como cristianos.
Todos somos Iglesia y por eso ninguno esta relevado de proclamar y dar testimonio del seguimiento de Jesús en medio de nuestra vida, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro ocio… El Evangelio nos lo deja claro, desde Pentecostés no podemos separar a Cristo de la Iglesia. Sin duda, la Iglesia es un misterio de unidad en la diversidad. Somos muchos y diversos, pero nos une la fe en Cristo, muerto y resucitado. Por todo ello, la Iglesia existe para evangelizar.
DIALOGAMOS JUNTOS
Mirada creyente
En muchas ocasiones a los bautizados nos cuesta hablar de la Iglesia, hemos de reconocerlo. Incluso a muchos no les une vínculos de cercanía y participación con ella, no agradecen la vida que la Iglesia trasmite, en el bautismo, los sacramentos, la caridad… Quizás en el tema social es donde más valoramos el quehacer de la Iglesia, como a veces hace la propia sociedad.
En ocasiones, cuando nos plantean alguna cuestión relacionada con la Iglesia, lo primero que comentamos es su gran labor social, educativa, de ayuda a los pobres o el inmenso servicio de los misioneros en los países del tercer mundo… pero no hablamos de lo que es la Iglesia en sí misma y, por ello, muchas veces no queda suficientemente claro que su labor es la continuación de la misión de Jesucristo, una prolongación del Reino de Dios que Él puso en marcha y un anuncio de la Buena Noticia del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.
Damos gracias a Dios por los dones que nos concede al darnos su Iglesia. La comunión interna y la evangelización conforman la identidad de la Iglesia. Esta comunión afectiva, si realmente existe, tiende a manifestarse visiblemente, y la evangelización se autentifica por sus frutos, que son el anuncio de Jesucristo a las personas que entran en relación con nuestras comunidades.
Una pregunta: ¿Cómo vivo mi ser Iglesia, transmito con mis actos lo que vivo? ¿Cómo lo concreto en mi comunidad, en mi entorno familiar y social?
Reflexión desde la vida cristiana
Hoy en día nos encontramos en medio de un amplio pluralismo religioso, lo que de alguna manera nos obliga a un cambio en el modo de vivir la fe y nuestra pertenencia a la Iglesia. Es importante que indiquemos al hablar de la Iglesia que es necesario contemplarla en su globalidad. No es una organización, que camina junto al hombre y la mujer de hoy con sus problemas e inquietudes. La Iglesia es mucho más, en ella se manifiesta el amor permanente de Dios por cada uno de nosotros a través de su Hijo Jesucristo. Por eso, en estos momentos, es más necesario que nunca que cuidemos nuestro conocimiento del Evangelio y de lo que es la Iglesia para poder dar razón de nuestra esperanza a quien nos la pida.
Es hoy también necesario purificar la Iglesia de los errores pasados y presentes, qué como realidad constituida por hombres, muchas veces la pueden ensombrecer. Pero la Iglesia, con Cristo a la cabeza, no dejará de caminar nunca hacia la santidad vivida y testimoniada en el hoy que nos ha tocado vivir, trabajando todos unidos por la construcción del Reino de Dios. Nosotros somos Iglesia, por eso debemos aprender a amarla como una madre que nos ayuda, así podemos también beneficiarnos de la riqueza que Cristo ha puesto en ella.
A la Iglesia no la salvamos nosotros. La salva Jesucristo con el don de su Espíritu, que suscita nuestra colaboración. La salva la Virgen María con su intercesión como Madre. Pero el Salvador es Él. Es Cristo quien salva a la humanidad y a la Iglesia. A esta humanidad de hoy, a la que nosotros pertenecemos, se extiende también la misericordia de Dios. Dios ama a las personas de nuestro tiempo y quiere la salvación de todas. Signo de esta salvación en Cristo es la Iglesia. Los cristianos estamos llamados a colaborar en esa misión viviendo en la dinámica del Espíritu Santo.
Nos tendríamos que preguntar: ¿Cómo puedo colaborar en la misión evangelizadora de la Iglesia? Mi manera de vivir ha de ser coherente y fiel al Evangelio, no cabe la doble vida, a pesar de nuestras limitaciones, ni el desánimo ¿Pongo mi vida al servicio del Evangelio?
Un compromiso abierto a los demás
La Iglesia se hace carne en cada lugar, por eso para la Iglesia la dimensión social del Evangelio es fundamento y estímulo para la acción. En la vida de la comunidad cristiana, en los distintos ambientes de nuestra sociedad, quizás en nuestras familias nos encontramos con cristianos desalentados por el progreso de la increencia, desalentados por el mal ejemplo de personas representativas de la Iglesia, quizá resentidos ante experiencias negativas en el encuentro con los más comprometidos o desconcertados por la hostilidad contra la Iglesia, o por la ignorancia respecto a su tarea y misión.
Jesús vive y está presente en la Iglesia. La Iglesia guiada por el Espíritu Santo, ha sido prolongación de la acción de Jesucristo en la historia del mundo. Jesús ha seguido haciendo camino con nosotros, como hizo con los discípulos de Emaús.
La Iglesia es una realidad de comunión y misión. Es acción del Espíritu Santo en el mundo a través de la actuación de seres humanos que creen en Jesucristo resucitado y le siguen. Es acontecimiento de salvación. Por ello, no puede ser una comunidad triste y conformista, una masa de bautizados que se ignoran mutuamente y viven encerrados en una religiosidad individualista y rutinaria.
La Iglesia existe para evangelizar, para anunciar la Buena Noticia al mundo, dar testimonio, educar y celebrar la fe, haciendo una opción clara por las Bienaventuranzas.
Vamos a plantearnos con humildad y realismo qué podemos hacer para crecer en el amor a la Iglesia y a los demás en unión con el amor de Cristo hacia la Iglesia y la humanidad. ¿A qué conversión me llama el Señor en cuanto a mis actitudes de comunión e iniciativas de evangelización?
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VÍDEO DE LA SESIÓN DEL FORO PERMANENTE ONLINE
(*) Estos textos están inspirados en el Itinerario de Formación Cristiana de Adultos – Ser cristianos en el corazón del mundo-, de la Conferencia Episcopal Española, publicados por la Editorial EDICE.