La celebración del Congreso Nacional de Laicos, bajo el lema “Pueblo de Dios en salida”, ha supuesto un acontecimiento de gracia para la Iglesia española, en el que cabe subrayar el indiscutible papel protagónico desempeñado por la Archidiócesis de Sevilla, a través de la masiva implicación demostrada por parte de todos sus movimientos, congregaciones y asociaciones laicales, hábilmente coordinados en sus objetivos y acciones por el vicario episcopal para la Nueva Evangelización y la Delegación de Apostolado Seglar.
Las más de 600 Hermandades y Cofradías erigidas en nuestra Archidiócesis, a través de su delegado diocesano el Rvdo. Sr. D. Marcelino Manzano Vilches y de los distintos Consejos locales, se vieron animadas desde un principio a participar en la fase preparatoria del Congreso, desarrollada entre el 5 de octubre y el 15 de noviembre de 2019, obteniéndose una respuesta muy amplia y positiva por parte de las juntas de gobierno y de distintos colectivos cofrades que se vieron impelidos a reflexionar en profundidad y responder con el debido discernimiento a las cuestiones planteadas en el documento-cuestionario preparado a este efecto, dándose así voz a estas asociaciones de fieles laicos que desde hace más de cinco siglos vienen canalizando la religiosidad popular sevillana. En la capital hispalense, fue la junta superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías, que agrupa y representa a las 125 hermandades de penitencia, sacramentales y de gloria establecidas canónicamente en la ciudad, la que junto a su asistente eclesiástico, el ya citado presbítero D. Marcelino Manzano, promovieron y alentaron entre las mismas este compromiso de actuación, que se les presentaba como una oportunidad histórica para mostrar ante la sociedad y ante la Iglesia de España su talante más evangelizador y misionero.
Como es bien sabido, el Congreso Nacional de Laicos, promovido por la Conferencia Episcopal Española, tuvo lugar en el Pabellón de Cristal de la Casa de Campo de Madrid entre los días 14 y 16 de febrero de 2020. Mi experiencia personal, formando parte de la delegación diocesana de Sevilla en calidad de vicepresidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías, no ha podido ser más enriquecedora. En primer lugar, porque confieso que mi conocimiento, hasta ese momento, de la múltiple y heterogénea realidad laical de nuestra propia Archidiócesis, era muy limitado, habiéndoseme abierto una ventana que me ha permitido contemplar, con ojos curiosos y admirativos, este hermoso y multicolor mosaico asociativo de fieles laicos. Esta diversidad de carismas se visibilizó durante el desarrollo de las sesiones y actos litúrgicos del Congreso, donde los tiempos de oración, de culto y adoración, y hasta de fiesta, se vieron presididos en todo momento por un clima de fraternidad y alegría, compartido por los varios miles de cristianos laicos llegados de toda la geografía española, acompañados de sus pastores.
Fue en la segunda jornada cuando los congresistas trabajamos por separado, participando durante los turnos de mañana y tarde en dos de las cuarenta líneas temáticas que se agrupaban en torno a cuatro itinerarios fundamentales: primer anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia en la vida pública, todo ello bajo el prisma de la sinodalidad y el discernimiento, que fueron las dos generatrices que actuaron como verdadera espina dorsal del Congreso. Por mi vinculación con las hermandades de Sevilla quise conocer de primera mano, dentro del primero de los itinerarios citados, las experiencias y testimonios que unos cofrades de Barcelona nos brindaron sobre el primer anuncio en relación a las prácticas y vivencias suscitadas en el seno de la religiosidad popular.
En este sentido, resultó reconfortante comprobar cómo, independientemente de las particularidades que en cada lugar puedan adoptar las manifestaciones de piedad y culto a las sagradas imágenes, las hermandades, sin renunciar a sus seculares señas de identidad, están llamadas a convertirse en auténticas escuelas de espiritualidad y santidad. Para lograr este objetivo, resulta imprescindible proporcionar canales apropiados de formación a los cofrades para seguir creciendo en la fe, ese gran tesoro del que irradia la verdadera felicidad.
De ahí que, durante la tarde de ese día, asistiese con gran interés al segundo de los itinerarios escogidos: el de los procesos formativos, y dentro del mismo, a los planteamientos de formación para toda la vida y los itinerarios sugeridos para ello desde la niñez hasta la adultez, interviniendo con sus respectivos modelos y proyectos miembros de la Acción Católica, agentes pastorales de la familia salesiana y representantes de la Asociación Misioneros de la Esperanza. Naturalmente, en las posteriores puestas en común que sirvieron para sistematizar las ideas motrices y principales propuestas emanadas de los participantes en cada grupo de trabajo, a fin de preparar un corpus de aportaciones que llevar a la ponencia final, puse especial empeño en mostrar la verdadera naturaleza eclesial de nuestras hermandades de Sevilla, la vivencia de la fe propiciada en un entrañable clima de confraternidad, su inmensa potencialidad evangelizadora, su ingente acción caritativa, su capacidad para actuar como dique eficaz ante la creciente secularización de la sociedad, y todo ello sin renunciar a una riquísima herencia de fe, devoción, historia y arte, que en muchas de nuestras corporaciones se cuenta por siglos.
Estamos recorriendo, propiamente, la tercera fase del Congreso, la del postcongreso, de nuevo a nivel diocesano. El proceso sinodal que nos hizo vivir a los más de 2000 congresistas un Pentecostés renovado, debe continuar, para que otros muchos fieles laicos de Sevilla puedan también sentirse partícipes de aquella profunda experiencia de comunión, como parte que somos de ese Pueblo de Dios en salida. Tengo para mí que el curso de formación de formadores y otras jornadas de índole formativa que anualmente organiza el Consejo General de Hermandades y Cofradías de nuestra ciudad pueden ser un foro idóneo para extender entre los cofrades las enseñanzas y los frutos que se cosecharon en el Congreso Nacional de Laicos.
José Roda Peña
Vicepresidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla