Fue un bonito encuentro; hacía tiempo que no la veía.
Me contó como vivía la enfermedad de su padre, cómo le cuidaba, qué le preocupaba y cómo se sentía.
Yo la miraba atentamente, como mi padre me enseñó desde pequeña que había que hacer cuando alguien te hablaba. Y según la escuchaba, me trasladaba a su mundo y sentía que lo que me contaba me podía pasar a mí también.
Experimenté al final que me había sentido interpelada en muchas cosas que ella compartió conmigo. Fue un auténtico placer haberlo experimentado.
Cada persona tiene una narrativa, que se cuenta a sí misma y también la que cuenta a los demás. Éstas pueden ser reales o ficticias…
La narrativa que tenemos cada persona no deja a nadie indiferente.
Narrativas que nos atrapan, ayudan a vivir a los demás, elevan el ánimo… Siempre tienen el poder de evocar sensaciones.
¿Bajo qué narrativa vivimos?