El fin de semana lo hemos pasado en Benalmádena, en casa de nuestro amigo Manolo.
Ha supuesto un descanso de la rutina diaria compartiendo con una gran persona conversaciones profundas que nos han enriquecido y ampliado nuestro panorama mental.
En estos tiempos, se alegra uno cuando encuentra a personas que con sus criterios, pensamientos, actitudes y hechos transparentan hacia fuera lo que de verdad hay en su interior.
El verano es un tiempo muy apropiado para fortalecer los vínculos familiares y de amistades. Normalmente el ritmo acelerado que llevamos durante el año, no propicia esa cercanía, sinceridad o diálogo de unos con los otros.
”Cuando somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un cambio importante en la sociedad« (Laudato Si, 208)
“En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir «gracias» como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea«. (LS 213)
Pero el descanso tiene que enfocarse bien, de una forma sensata y moderada. Como dice también el Papa Francisco en “Laudato Si”: “El verano es un tiempo para saborear la belleza de lo que no está corrompido”.
Nos podemos enriquecer cultural, personal y espiritualmente.
Con las visitas a otros lugares nuevos se aprende mucho de la cultura de esos sitios.
Contemplemos la naturaleza que nos habla del Creador y nos invitará también a la oración personal.
Revisemos nuestra vida hasta ahora, ponderando lo que es importante y programemos la vida diaria para vivirla con sentido de trascendencia.
Participar en la Eucaristía dominical tiene una importancia especial.
“El ser humano tiende a reducir el descanso contemplativo al ámbito de lo infecundo o innecesario, olvidando que así se quita a la obra que se realiza lo más importante: su sentido. Estamos llamados a incluir en nuestro obrar una dimensión receptiva y gratuita, que es algo diferente de un mero no hacer. Se trata de otra manera de obrar que forma parte de nuestra esencia. De ese modo, la acción humana es preservada no únicamente del activismo vacío, sino también del desenfreno voraz y de la conciencia aislada que lleva a perseguir sólo el beneficio personal…… Así, el día de descanso, cuyo centro es la Eucaristía, derrama su luz sobre la semana entera y nos motiva a incorporar el cuidado de la naturaleza y de los pobres«.(LS 237)
¡Feliz verano a todos. Que descansemos todos en el Señor!