El otro día me llama una amiga de mi hija para decirme que se casa y quiere hacer un donativo para un proyecto en Siria que se llama ‘Gota de leche’.
Lo que en otras bodas se destina a un detalle con los invitados, ellos habían decidido donarlo al proyecto ‘Una gota de leche’ de la Fundación Pontificia AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA.
Esta Fundación, que viene destinando fondos a los cristianos en Siria desde el inicio de la guerra, ha recibido una llamada urgente de sus interlocutores locales de Alepo: las familias cristianas necesitan leche para sus niños.
Me comentan estos jóvenes que, con motivo de su enlace, y en agradecimiento a todo lo que han recibido en la vida, habían decidido hacer partícipes a los invitados de su boda de ese proyecto al que se habían unido. Lo hacían de la siguiente manera:
«En este día tan especial para nosotros, queremos compartir nuestra alegría con los niños de Siria que son víctimas de una guerra de más de ocho años. Por ello queremos hacerles un regalo entregando un donativo a Ayuda a la Iglesia Necesitada, para apoyar el proyecto ‘Una gota de leche’, que tiene como objetivo proveer mensualmente de leche a niños menores de 10 años.
¡Un niño de Alepo (Siria) puede recibir leche para todo un mes por solo 7 euros! Te lo contamos, por si tú también te quieres unir».
Este proyecto está en curso desde mayo de 2015. Garantiza la distribución mensual de leche a aproximadamente 3.000 niños, 2.750 reciben leche en polvo y 250 reciben leche especial para bebés. El número total de beneficiarios varía cada mes dependiendo del número de nacimientos y la emigración de las familias. En 2018, se distribuyeron en total 40 toneladas de leche. Si una familia tuviese que hacer frente al pago de la leche, debería invertir casi todos sus ingresos. Cada lata de leche cuesta unas 3.000 libras sirias, cinco euros aproximadamente. No es una cantidad muy grande, pero el sueldo medio es de 30.000 libras sirias, 50 euros, y con esa cantidad es imposible cubrir todos los gastos. Eso sin contar con que el paro afecta a la mayoría de la población. Rana Aftim es una madre de familia siria beneficiada por este proyecto: “Muchas gracias por vuestra ayuda. La leche es muy cara y el sueldo que ganamos no es suficiente ni para el alquiler de nuestra casa”.
Talia es la mayor de una familia también ayudada, tiene siete años y lo que más le gusta es jugar con su hermana y dibujar. Su padre Basil Yousef lleva en una bolsa su ración mensual. “Estamos muy felices de recibir esta ayuda, es un apoyo para nosotros que hemos sufrido tanto y ahora aún tenemos que hacer frente a reconstruir nuestras casas y nuestras vidas”, comenta Basil.
Me quedé pensativa y me sentí afortunada al sentir que la juventud es muy generosa.