Llevo unos días paseando por la vera del río…
¡Qué forma más agradable de comenzar el día.!
Hoy lo he ofrecido por una persona que he conocido que tiene miedo a salir de su casa y llegar al trabajo.
No nos damos cuenta de todo lo que Dios pone a nuestro alcance para disfrutar.
Me surge el agradecimiento y la oración, ambos a la par.
Poder mirar los árboles de otoño, la belleza del río, los barrenderos haciendo su trabajo, Diana cazadora que te ‘guiña un ojo’ en el Muelle de Nueva York…
Sigo un poco más y me encuentro a Ana, la mujer de mi compañero Aurelio, paseando a su perro. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos.
He disfrutado, agradecido, rezado y ofrecido.
No puedo pedirle más al día de San Carlos Borromeo. Seguro que él ha contribuido a mi disfrute.