Hace un año ya de la firma del documento del papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar en Abu Dabi el 4 de febrero de 2019: “La Fraternidad Humana. Por la Paz mundial y la convivencia común.” Recuerdo que recién publicado, al leerlo, me transmitió un soplo de aire fresco.
“La fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano que debe sostener y amar. Por la fe en Dios, que ha creado el universo, las criaturas y todos los seres humanos, el creyente está llamado a expresar esta fraternidad humana, protegiendo la creación y todo el universo y ayudando a todas las personas, especialmente las más necesitadas y pobres.”
Deberíamos interpelarnos sobre la cultura del respeto recíproco, de la convivencia, la paz, la justicia, la fraternidad humana y la convivencia común, valores de los que hace eco el documento; así como generar espacios y momentos en los que se promuevan.
Observo con agrado que personas que pertenecen al mundo de la cultura, arte, política, literatura… están siendo “voceros” de estos valores promoviéndolos a través de sus profesiones.
Ese sentido de la trascendencia, del que estamos tan faltos, se va vislumbrando poco a poco…
El otro día me decía una amiga, preocupada, que toda la situación política por la que estábamos pasando le había generado una gran ansiedad y había tenido que ir al médico a que le recetara ansiolíticos. Al poco tiempo, me dijo que estaba mejor y que de alguna manera se sentía llamada a colaborar a que algo cambiase. Me pareció muy acertada su decisión.
Atravesamos “tiempos recios”, como decía Sta Teresa, y tal vez sea la hora de despertar del largo letargo. La negatividad que se plasma en el ambiente genera desesperanza y ello nos lleva en algunos casos a caer en la falta de fe y en otros a fundamentalismos religiosos.
¿Qué debemos hacer? Tal vez la solución sea que cada uno en el ambiente en que esté, sea familiar, de amistad o de trabajo genere esa fraternidad humana que se plasma en el documento.
Reavivar ese sentido religioso que da respuesta ante tantas crisis existenciales y animando a las generaciones que vienen detrás a que también lo hagan.
Hagamos partícipes a nuestros jóvenes de los debates que se están planteando hoy en la sociedad, mostrándoles la belleza de la verdad para ayudarles a discernir donde está el bien y donde el mal y que ellos, desde la libertad, sean transmisores de un futuro con esperanza.
Imagen de Vatican News