El camino recorrido desde que se anunció el Congreso Nacional de Laicos hace más de un año y medio no terminó en febrero. Lo que iniciamos fue un proceso, un camino para trabajar juntos y llevar de nuevo el Evangelio a la sociedad actual. Estamos inmersos en un proceso de renovación, en pleno cambio de época, para ofrecer a todos, el mensaje siempre vivo de Jesús. A pesar de las diferentes procedencias, sensibilidades y formas de vivir la fe, los 2.000 participantes en el Congreso –obispos, sacerdotes, consagrados y laicos– sentimos que somos parte de una misma Iglesia que expresa de diferentes modos su fe en nuestro Señor.
Es bueno hacer memoria de lo vivido, renovarnos y mirar al horizonte con ojos nuevos. Redescubriendo nuestro bautismo como la raíz de nuestra vocación. Desde de los textos del Concilio Vaticano II sobre nuestra vocación, leídos a la luz de Evangelii Gaudium, Gaudete et Exsultate y Christus Vivit, se plantea para avanzar hacia el futuro cuatro claves, que han guiado todo el proceso, y que han de centrar nuestros esfuerzos pastorales en los próximos años; Primer Anuncio, Acompañamiento, Procesos Formativos y Presencia en la Vida Pública. Estos cuatro itinerarios constituyen diferentes hitos de un mismo camino común en los que hemos de seguir profundizando para potenciar nuestras comunidades y fortalecer nuestra presencia como Iglesia en el mundo.
La pandemia nos puede plantear interrogantes, pero sabemos que Dios nunca nos abandona y que, por encima de todas las dificultades, Él siempre nos acoge con ternura y misericordia, abriéndonos a las necesidades de los demás y no descartando a nadie. En los días de confinamiento vividos, a través de mil maneras, se ha trabajado para que a nadie le falte el sustento espiritual y material, con innumerables iniciativas online y llevando allí donde era preciso lo que se necesitaba. Podemos decir, que estamos más unidos que nunca, con un solo corazón y una cercanía sin límites con los más desfavorecidos de esta crisis sanitaria, económica y social en la que estamos inmersos y de la cual todavía parece que nos quedan por vivir momentos muy difíciles.
Sabemos que el Señor es nuestra fuerza, por ello es momento, como nos ha recordado el Papa Francisco, donde la creatividad del cristiano se tiene que manifestar en abrir nuevos horizontes. Vivimos un momento de mucha inventiva y creatividad. También es tiempo para ser agradecidos, para recuperar la memoria y para preparar el futuro repartiendo semillas de esperanza. Caminando juntos como Pueblo de Dios que se abre a la sociedad sin miedo, ni vergüenza, con humildad y sencillez, ofreciendo lo mejor que tiene, ofreciendo su gran tesoro, Jesucristo.
El Papa Francisco nos acaba de convocar del 24 de mayo de este año, a la misma fecha de 2021, a un Año dedicado a Laudato Si, para mirar hacia el futuro después de la pandemia, para llamar la atención al grito de la tierra y de los pobres. El Papa invita “a todas las personas de buena voluntad a unirse, para cuidar de nuestra Casa Común y de nuestros hermanos y hermanas más frágiles”. Por ello, en este proceso que hemos iniciado hemos de impulsar procesos que concreten iniciativas y proyectos, como el emprendido por el Grupo de Ecología Integral suscitado en nuestra Archidiócesis.
Nos llegan a todos muchas iniciativas de parroquias, movimientos, asociaciones, hermandades, congregaciones, colegios… de toda la Iglesia en Sevilla que nos sorprenden por su novedad. Hemos entrado en el mundo online sin límites. Cuando se han podido abrir los templos se han llenado, rezando, asistiendo a la Santa Misa, recibiendo el sacramento del Perdón… La Iglesia en Sevilla y sus laicos que representan el 97% de su realidad está viva, muy viva y trabajando muchos, cada uno desde su ámbito. No ya para disfrutar de la “nueva normalidad” sino para que nuestra vida sea Cristo y este crucificado en aquellos que peor lo puedan estar pasando material o físicamente. Vivimos un momento apasionante que hay que mirar con los ojos de la fe, para llegar a todos, más unidos que nunca, sabemos que el Señor nos sostiene y acompaña.
Para vivir este tiempo hemos impulsado, ya al final de la Pascua, como un signo vivo de comunión entre todos los movimientos y asociaciones laicales, junto a muchos laicos de parroquia y personas de buena voluntad: “Camino hacia Pentecostés” del 18 al 31 de mayo, que hemos dividido en tres etapas, al servicio del Evangelio, los dones del Espíritu Santo y un hacia un renovado Pentecostés, que se han podido seguir a través del canal de youtube y las redes sociales de la Archidiócesis de Sevilla.
Pentecostés, se sitúa en continuidad con el Congreso Nacional de Laicos: Pueblo de Dios en salida, en el que hemos sentido la llamada a vivir como Iglesia un renovado Pentecostés. Hemos iniciado un proceso de discernimiento sinodal, de caminar juntos, que tenemos que seguir haciendo realidad en nuestra Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo. Porque todos nos necesitamos, porque de la conducta de uno depende el destino de los otros
El Espíritu Santo, el gran desconocido
Es el Espíritu Santo, nos recuerda el Papa Francisco, es el gran desconocido, sin embargo, es Él quien le permite al cristiano tener «memoria» de la historia y de los dones recibidos de Dios. Jesús mismo lo explica a los apóstoles antes de Pentecostés: el Espíritu que Dios enviará en mi nombre «recordará todo lo que yo he dicho». Esa memoria que viene del corazón, es una gracia del Espíritu Santo. Dios camina con nosotros, se mezcla con nosotros. Nos salva. Hace historia con nosotros.
Estamos viviendo un tiempo de misericordia, una Pascua ejemplar, todo el mundo volcado con quien estaba sufriendo las consecuencias sanitarias y económicas de la pandemia. Recuperándose la vivencia de la fe en nuestras casas, nuestras familias han sido verdaderas Iglesias Domésticas. Sevilla tiene el corazón lleno de esperanza, ahora nos toca reaccionar, no volver a la normalidad de siempre, sino dar un salto, como personas, como cristianos.
Sin duda, de cara al futuro, los procesos y los proyectos pastorales no sólo serán instrumentos válidos para la consecución de objetivos, sino un cauce seguro para generar una verdadera comunión. Para ello, hemos de salir de nuestros círculos de confort, de nuestras rutinas e intereses, y ser más creativos, generando ámbitos de colaboración entre nosotros y con la sociedad a todos los niveles, en la política, la cultura, la empresa, la educación, y todo sin complejos, hablándole de tú a tú a una sociedad cansada de tanta mediocridad y pesimismo.
Los cristianos laicos sevillanos, de la capital y los que viven también su fe en el resto de los municipios de Sevilla, tenemos por delante un gran programa de trabajo, el Evangelio, sin mirar con nostalgia al pasado y contemplando con mucha esperanza el futuro. Pero hay que ser más innovadores, perdiéndole el miedo al fracaso y a las dificultades de cada día, con la alegría del Evangelio, caminando hacia un renovado Pentecostés.
Enrique Belloso Pérez