Una de las características del mundo de las hermandades es que, al ser tantas, siempre hay alguna en puertas de unas elecciones.
Ya hablamos en este mismo blog hace poco más de un año, concretamente el 9 de febrero de 1015, de la importancia de las elecciones en una hermandad y las pautas por las que éstas deben regirse. Querría añadir a lo allí dicho dos notas más sobre el candidato a Hermano Mayor. La primera es que no todo el mundo reúne las cualidades mínimas necesarias para dirigir una Hermandad, aunque cumpla los requisito formales que determinen, en su caso, las Reglas: por muy antiguo que sea; o por mucha devoción que tenga a sus titulares, o por relevante que sea el candidato.
Otro punto a tener en cuenta es que los hermanos mayores no son intercambiables, ni responden a un patrón fijo. Cada Hermandad, en cada momento de su historia, necesita de un Hermano Mayor con unas características determinadas.
Pero hay algunas notas que deberían ser exigibles a todos:
* Conocimientos básicos de las técnicas de gestión de organizaciones: definición de la misión; trabajo en equipo; dirección por objetivos; control presupuestario; planificación estratégica.
*Visión de futuro innovadora y atrayente, siendo capaz de distinguir entre lo permanente, aquello que forma parte de la esencia de la hermandad, y lo que son “tradiciones” de no más de veinte o treinta años que han quedado obsoletas. Saber innovar para que la Hermandad sea más fiel a sus fines.
*Planificación estratégica. Diseñar el escenario al que uno quiere llevar la Hermandad y ser capaz de tomar las decisiones oportunas para ello.
*Una formación doctrinal suficiente. Difícilmente pude dirigir una Asociación Pública de Fieles de la Iglesia Católica quien presenta lagunas importantes en el conocimiento de la doctrina católica.
*Dotes de comunicación y liderazgo, para transmitir su visión de futuro y crear equipo en torno la misma
*Comportamiento ético. La ejemplaridad exigible a un Hermano Mayor no se circunscribe al ámbito exclusivamente cofrade. Abarca toda su vida, también su vida privada. Ha de ser el espejo en el que se miren todos los hermanos. Esta ejemplaridad no se limita al periodo que dura su gestión al frente de la Junta de Gobierno: la condición de “exHermano Mayor” es vitalicia, y sus exigencias también.
La mayoría de estas cualidades no son innatas. Es preciso adquirirlas y cultivarlas. La formación del Hermano Mayor ha de ser permanente.
Y ahora que se aproximan las elecciones al Consejo hay que recordar que éstas mismas características son exigibles no sólo a los candidatos a la Presidencia, sino a todos los que pretendan formar parte del mismo.