Que las hermandades son organizaciones de la Iglesia es algo ya sabido; como también lo es, aunque en ocasiones se olvida, que la Jerarquía de la Iglesia tiene la obligación de opinar y orientar a las hermandades para el mejor y más eficaz cumplimiento de sus fines (cfr. CIC, cc 298-312).
Eso es lo que hace el Ordinario de la Diócesis y lo que hace también el Papa, en ocasiones. Quizá en la que se refirió a ellas más directamente fue en la Misa celebrada el 5 de mayo de 2013 en la Plaza de San Pedro, ante una importante representación de hermandades de todo el mundo. Ha pasado algún tiempo desde entonces, tampoco demasiado, pero las ideas que planteó siguen siendo de plena actualidad.
El Papa Francisco instó a las hermandades llegadas hasta la plaza de San Pedro a «mantenerse activas en la comunidad católica, desempeñando el papel de auténticos evangelizadores en la relación entre la fe y la cultura popular».
El pontífice quiso reconocer la labor de esta «realidad tradicional de la Iglesia que ha vivido en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento».
«La piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión profunda con vuestros pastores… es una manera legítima de vivir la fe», siguió diciendo.
«Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las Diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana. Diversas son las hermandades, así es la Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad, al encuentro con Cristo», agregó.
El Papa quiso resaltar una idea de la mayor actualidad y que plantea todo un programa de trabajo a las hermandades, a las que recordó que tienen «una misión específica e importante, que es mantener viva la relación entre la fe y las culturas de los pueblos, a través de la piedad popular». Las consecuencias y las iniciativas que se abren a las hermandades a partir de esta idea son tan amplias como sugestivas.
«Sed también vosotros auténticos evangelizadores –añadió-. Que vuestras iniciativas sean puentes, senderos para llevar a Cristo, para caminar con él. Y, con este espíritu, estad siempre atentos a la caridad. Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad».
Todo un abanico de oportunidades el que se abre a nuestras hermandades. Ahora que aún está comenzando el curso es buen momento para tratar de incorporarlas a los planes y programas previstos.