Sí, no se ha equivocado, está en su Blog de siempre: Desde la Calle, en el que pretendemos descubrir y presentar nuevos puntos de enlace entre las hermandades, la sociedad civil y la Iglesia. ¿Qué tiene que ver aquí entonces el IBEX 35, el índice compuesto por los 35 valores más líquidos cotizados en las Bolsas Españolas, usado como referente nacional e internacional en la contratación de productos derivados? Pues a lo mejor más de lo que parece.
Las sociedades mercantiles están formadas por los accionistas, las personas que arriesgan su dinero en la empresa. Se supone que estos accionistas conocen la empresa en la que han comprometido su dinero, se preocupan por el día a día de la misma y tienen una perspectiva amplia. Incluso son capaces de soportar pérdidas ocasionales, porque tienen visión a largo plazo y saben esperar, trabajando al mismo tiempo para que ese futuro llegue cuanto antes.
Actualmente en algunas empresas, especialmente en las más grandes, los accionistas ya no están vinculados al día a día de la gestión. A lo mejor no conocen bien ni a qué se dedica, lo único que les interesa es obtener dividendos, beneficios, a corto plazo. Esta situación se agrava cuando la titularidad de paquetes importantes de acciones la tiene un fondo de inversión que ha de ofrecer a sus clientes resultados inmediatos. Las empresas se ven entonces forzadas entonces a tomar decisiones que den beneficios a muy corto plazo, aunque con ellas estén comprometiendo su futuro a medio o largo plazo. En estos días se proyecta una película, La Gran Apuesta, que explica todo esto de manera dramática, se la recomiendo.
¿Y en las hermandades, se pueden dar situaciones semejantes? Hay hermanos, siempre los habrá, preocupados por su Hermandad, que la viven muy de cerca, la quieren; que saben tomar o apoyar decisiones que, aunque poco populares a corto plazo, aseguran la Misión y el futuro de la Hermandad. Pero abundan también los que sólo ven lo inmediato, el brillo y el éxito a corto, y son capaces de comprometer el futuro de su Hermandad para obtener lo que ellos entienden como el lucimiento inmediato de la Hermandad, que confunden con el suyo.
¿Quiénes son los “fondos de inversión” en las hermandades, los grupos que sólo persiguen esa rentabilidad a corto plazo, sin preocuparse por la estabilidad de la misma? Las Juntas de Gobierno que aspiran al lucimiento; los grupos de hermanos, más o menos organizados, que intentan dominarlas y utilizarlas como plataformas para reforzar su autoestima; los que aspiran a colmar un mal entendido sentido de la propiedad; los que no entienden que aquí se viene a servir, no a lucirse; los “okupas” que se instalan en el gobierno de la Hermandad y disponen de ella, en su propio provecho, sin preocuparse por el perjuicio que pueden estar ocasionando a sus legítimos dueños: los hermanos.
A la Hermandad no se viene a invertir para obtener “dividendos” a corto; se viene a servir a Dios y a los demás hermanos, por amor de Dios. La rentabilidad, los dividendos, no se cuantifican en supuestos éxitos personales, sino en el perfeccionamiento cristiano de sus miembros y el servicio a la Iglesia. Si se actúa con rectitud de intención Dios lo recompensará largamente con una rentabilidad del «ciento por uno y después la vida eterna» (Mt. 19.29).
¡Atención a los tiburones financieros interesados en hundir el IBEX 35 cofrade!