Se han agotado los adjetivos para el Pregón de la Semana Santa de Rafael González Serna. No voy a intentar buscar un nuevo calificativo, tratando de ser original. Simplemente estoy feliz de haberlo vivido en directo.
Se pueden hacer muchos comentarios y desarrollar muchas de las ideas que presentó. Voy a quedarme con dos solamente:
Vamos a llevarnos bien
Y aprender de los errores
Que para ser sevillano
Sólo hay que ser buen cristiano,
Y aquí los hay a montones
No se puede describir con menos palabras lo que debe ser el modelo de cofrade sevillano, su esencia: ser buen cristiano, dando así un no rotundo a quienes se centran en lo accesorio –cofradía, insignias, camarillas de poder,…- con olvido de lo esencial: que a la Hermandad se viene a perfeccionarnos como cristianos, para lo que hay que esforzarse en adquirir formación, dar culto a Dios, vivir la Caridad y esforzarse activamente en la mejora de la sociedad, un objetivo que nunca se consigue plenamente, puesto que siempre habrá quien se oponga frontalmente a estos planteamientos. Por eso el Pregonero se confía al Gran Poder para no abandonar la tarea y seguir perdonando
a quienes
vengan a imponerme con sus leyes
cuando hay que suplicarte.
Perdonar, por supuesto, respetar la opinión de los demás; pero sin renunciar a nuestros principios creencias. En un empeño de generosa Misericordia, el pregonero aclara que
No propongo enfrentamientos ni guerrillas
y no impongo mis creencias por la fuerza,
sólo hablo de rezar un padrenuestro.
Una actitud cristiana y, como tal, cofrade. Tratar de imponerse sólo con la fuerza del amor, de la Misericordia.
Hay que saber aceptar que el hecho de que algunos no cumplan mis expectativas plenamente no significa el fracaso de mi empeño. El cristiano, el cofrade, está convencido de que sólo el amor, la relación con Dios, puede colmar sus aspiraciones. Sabe que el ser humano tiene necesidad de un absoluto que de sentido a su vida, y ésa seguridad sólo la da Cristo. Eso es lo que dota de especial firmeza y seguridad a sus convicciones. La medida de nuestras esperanzas es la medida del tipo de hombre que uno quiere ser, camino de plenitud. Si uno no espera nada de la vida, excepto la destrucción en la nada, si no hay esperanza, la vida es una tragedia.
El fundamento de nuestra libertad, entendida no como fin, sino como medio para conseguir el fin de la existencia humana, es la convicción de que Jesucristo agota en su ser la plenitud del hombre. Cuando se rechazan estas ideas y se trata de construir un Cielo en la Tierra, de buscar la plenitud en uno mismo, se engendran ideologías empobrecedoras (nazismo, comunismo y últimamente un “leninismo amable” disfrazado de populismo) que conducen a la pérdida de la libertad.
Un gran Pregón, sin duda, que, además de su belleza formal y de la emoción que transmite, aporta muchas claves para la actuación de las hermandades –corporativamente- y de los hermanos -“el sevillano buen cristiano”- cada uno desde su libertad y su responsabilidad, para la mejora de la sociedad.
Lo dicho: un pregón que da para mucho.