Muchas hermandades andan pensando cómo pueden secundar la iniciativa del Papa y hacer algo especial en este Año de la Misericordia. A lo mejor no es necesario organizar actos más o menos complicados, se trata de algo más íntimo, que afecta al interior de la persona y a sus relaciones con los demás. Al comienzo de la Bula Misericordiae Vultus, por la que se convoca el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, el Papa hace algunas afirmaciones que nos ponen en la pista de lo que pretende con esta convocatoria (n. 2).
«Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro.
»Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.
»Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado».
¿Cuál es la aplicación práctica de estos principios a esa parte de la Iglesia que son las hermandades?
Algunas sugerencias:
Misericordia:
De todos y para con todos, porque todos hemos recibido por el Bautismo una vocación para buscar a Dios en plenitud de amor. Esa no es tarea exclusiva de sacerdotes y religiosos. Es importante que los hermanos, como el resto de los fieles de la Iglesia, recobren conciencia de su misión dentro de la Iglesia, de sus posibilidades y de su responsabilidad apostólica.
Misericordia:
Que quienes ven contrincantes –o peldaños- donde sólo hay hermanos, niegan con sus obras su condición de cristianos, de hermanos, y no tienen cabida en una Hermandad.
Misericordia:
Que es aprender a mirar a los demás a través de los ojos de la Virgen.
Misericordia:
Que supone no admitir murmuración, ni crítica, siquiera interna. Amar a los demás con el amor de Dios. Amor gratuito, a cambio de nada.
Misericordia:
Que es oración personal. El amor se resuelve en oración, oración por los demás. Y la oración requiere emoción, cariño, ponderación, intimidad.
Misericordia:
Atender las periferias, entendidas no sólo en un sentido geográfico. Las periferias la conforman también aquellos a los que ignoramos, encerrándonos en nuestro egoísmo. Pueden estar en nuestra propia hermandad, o en nuestra casa, en nuestra familia.
Misericordia:
Que es perdonar. De acuerdo que el perdón no arregla el pasado, pero mejora el futuro. Sin perdón no hay futuro; pero para ser perdonado hay que pedir perdón. Sin confesión no hay perdón. El Año de la Misericordia es el Año de la Confesión.
Misericordia:
Que es atender a los demás, porque a la Hermandad se viene a gastarse en silencio, no a figurar. El Único que tenía derecho a figurar lo hizo subiendo a la Cruz y dejándose clavar en ella por amor, con los brazos abiertos. Si alguien quiere destacar, ahí tiene el camino.