Hace 50 años, el beato Pablo VI, instituyó el día 1 de enero como la Jornada Mundial de la Paz. Con este motivo, unos días antes cada papa ha venido publicando un mensaje para conmemorar este día. Leerlos todos supone una verdadera pedagogía de la paz.
El lema de este año es La no violencia: un estilo de política para la paz.
No puede ser más oportuno el tema de este año. Como dice el papa, vivimos en un mundo fragmentado, con una violencia que se comete “por partes” en distintas lugares del mundo y con distinta intensidad: terrorismo, criminalidad y ataques armados impredecibles; abusos contra los emigrantes y las víctimas de la trata; devastación del medio ambiente. ¿Con qué fin se pregunta el papa? Y él mismo contesta que todo ello solo hace aumentar más la violencia y beneficiar solo a algunos “señores de la guerra”. Responder a la violencia con más violencia solo acarrea más sufrimiento que obliga a las personas a huir de sus casas buscando lugares más seguros y a los gobiernos a detraer fondos que se podían emplear para formar más a los jóvenes o atender a las personas más débiles y, en su lugar, se utilizan para aumentar el gasto militar.
Ante esta violencia Jesús se convierte en la Buena Noticia. Él predico de forma incansable el amor a todos, también al enemigo. Un amor incondicional a Dios que acoge y perdona. Quien acoge esta Buena Noticia “reconoce su propia violencia y se deja curar por la misericordia de Dios, convirtiéndose a su vez en instrumento de reconciliación”
Francisco recuerda en este mensaje, entre otros a Benedicto XVI que decía que ante tanta injusticia y violencia que existe hoy en día, hay que responder con un plus de amor y un plus de bondad. Este plus viene de Dios.
Cita el papa en su mensaje a distintas personas que han sabido enfrentarse y vencer a la violencia con actitudes pacíficas: la Madre Teresa de Calcuta, Mahatma Gandhi, Martin Luther King, …Reconoce asimismo que la Iglesia se ha comprometido en el desarrollo de estrategias no violentas para la promoción de la paz en muchos países, implicando incluso a los actores más violentos en un mayor esfuerzo para construir una paz justa y duradera.
Esta construcción de una cultura de la no violencia se inicia en la familia. La familia es el lugar en el que todos sus miembros aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de una forma desinteresada y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados mediante el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón.
El papa hace un llamamiento al desarme y pide además la abolición de las armas atómicas. También suplica porque se detenga la violencia doméstica, así como los abusos a mujeres y a niños.
Por último propone tanto a las personas como a los líderes políticos y religiosos, a los responsables de las instituciones internacionales, dirigentes de empresas y de medios de comunicación aplicar las bienaventuranzas en el desempeño de las propias responsabilidades.
Termina el mensaje diciendo que todos podemos ser artesanos de la paz
¡Feliz año a todos!