Este es el lema del mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero que el papa Francisco envía a todo el mundo. Con él, como han hecho anteriormente los papas en 52 ocasiones, se pretende que durante un año se reflexione sobre algunos aspectos de la paz.
El Papa en su mensaje destaca 5 claves:
1.- La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas.
Nuestra comunidad humana tiene grabados los signos de las guerras que suponen un fracaso como humanidad. Sus huellas destructivas se manifiestan sobre todo en los más pobres y vulnerables. El origen de estas guerras, con frecuencia, es debido a la intolerancia a la diversidad del otro, por el egoísmo, el odio, la soberbia… Se alimentan de la perversión de las relaciones, de los deseos de dominación, los abusos de poder, del miedo al otro y de la diferencia vista como un obstáculo.
Pero la estabilidad en el mundo no se puede mantener sobre el miedo a la aniquilación. Debemos buscar la verdadera fraternidad basada en nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca.
2.- La paz, camino de escucha basado en la memoria, en la solidaridad y en la fraternidad.
Es necesario mantener la memoria de los conflictos ocurridos a lo largo del tiempo para que no se vuelvan a repetir los mismos errores. También esa memoria nos debe servir para recordar los actos heroicos de solidaridad y compasión que han ocurrido en esos momentos oscuros de la humanidad para así ver que es posible construir un mundo donde domine la convivencia.
El mundo no necesita palabras vacías sino testigos convencidos, artesanos de la paz abiertos al diálogo sin exclusión ni manipulación.
3.- La paz, camino de reconciliación en la comunión fraterna.
Se trata de hacernos eco de la llamada de Dios para abandonar el deseo de dominio sobre los demás y aprender a vernos como personas, como hijos de Dios, como hermanos. El camino de la reconciliación nos hace encontrar en lo profundo de nuestro corazón la fuerza del perdón y la capacidad de reconocernos fraternalmente.
4.- La paz, camino de conversión ecológica.
La forma errónea que tenemos de relacionarnos con Dios y con las personas nos lleva también a relacionarnos de forma equivocada con la naturaleza, lo que nos lleva a una falta de respeto hacia la casa común. Por eso es necesario iniciar un camino de reconciliación con la Creación. Necesitamos una conversión ecológica que nos lleve a una escucha y contemplación del mundo que Dios nos ha dado para convertirlo en la casa de todos. Necesitamos un cambio en las convicciones y en la mirada, que nos abra al encuentro con el otro y a la acogida del don de la Creación, que refleja la belleza y la sabiduría del Hacedor.
5.- Se alcanza cuanto se espera.
La paz no se logra si no se la espera.
El miedo es a menudo una fuente de conflicto. Debemos ir más allá de nuestros temores humanos, reconociéndonos hijos necesitados de Aquel que nos ama y espera. La cultura del encuentro entre hermanos y hermanas rompe con la cultura de la amenaza.