A una consulta médica se suele llegar con cierta inquietud. Los niños añaden el temor ante una circunstancia que, sea o no desconocida, siempre les desagrada. Las blancas y desnudas salas hospitalarias, que en la infancia adquieren un descomunal tamaño porque la mente infantil todo lo magnifica, contribuyen igualmente a producir un desasosiego que de un tiempo a esta parte se trata de bloquear.
Hace unos años la solidaridad se ha ido abriendo paso en los pabellones pediátricos para poner una nota de color que anime a los pequeños a pasar por ese momento difícil que a muchos de ellos les obliga incluso a permanecer atrapados en una cama de hospital. En esos sueños plasmados en las paredes hay ilusión, generosidad, magia… raudales de solidaridad, un sincero afán de alegrar la vida de los niños.
Un grupo de artistas de la escuela de pintura “El Gurugú”, sita en el monasterio idente “La victoria de san José” de Constantina (Sevilla), junto a Carmen Meléndez, su directora, se ha sumado a este grupo cada vez más numeroso de pintores que decoran hospitales. Y hace unos días han vertido en los muros de la sala de espera de urgencias pediátricas del Hospital de Alta Resolución Sierra Norte el cuento denominado “Valle encantado” en el que se pone de manifiesto su creatividad e innegable maestría. Lo han hecho con tal realismo, algo inusual en otras intervenciones foráneas de esta naturaleza, que los motivos de esta bellísima obra de fantasía parecen cobrar vida, como es el caso de una preciosa mariquita que aparece posada en una flor, ambas con ese sentido tridimensional tan en boga, pero tan difícil de verter en una pared. Es una narrativa que traslada, y no solo a los pequeños, a ese mundo plagado de ensoñaciones con el que crecimos.
Este proyecto es un suma y sigue a la acción solidaria que este verano llevaron al Hogar del Niño Jesús de Abancay (Perú): “Pintando sonrisas por el mundo” dirigido a niños en grave riesgo de exclusión social.
Con esta nueva labor tan generosa (a ellos se debe también el gran mural a favor de la lucha contra el cáncer que se halla en la Asociación de esta hermosa localidad Constantinense) esta escuela de pintura sigue consolidándose dentro y fuera de la provincia de Sevilla como uno de los referentes de calidad porque no es fácil trasladar un lienzo a la pared; hay que tener alma de artista, y ellos cumplen con creces este aserto.
No solo han iluminado el rostro de los pequeños que ahora aguardan al médico envueltos en la magia, atentos a ese “Doctor Conejo” que les franqueará la puerta de entrada a la consulta. También el personal del hospital, los numerosos pacientes y familiares, disfrutan de un espacio lleno de poesía que va siendo inmortalizado en la retina y en las cámaras fotográficas que intentan capturar esos fragmentos de un sueño que cuando está inundado de amor siempre perdura en el corazón.