Lo más frecuente es hallarse en posesión de un máster en el dolor cotidiano por la universidad de la vida. Tanto es así, que sin saberlo nos cruzamos cada día con grandes expertos en afrontar la adversidad que bien llega de improviso o la encontramos instalada desde que se vio la luz por vez primera. Es un hecho que tarde o temprano habrá que pasar existencialmente ese examen de grado, que seguro nos va a enseñar más que todos los libros que hayan puesto a nuestro alcance.
El sufrimiento es como el carnet de identidad: personal e intransferible. Nadie padece del mismo modo. No se puede tasar el dolor por ningún medio. Ni siquiera el instrumental que se maneja desde la ciencia puede hacerlo, porque lo más íntimo, las emociones con su carga de temblor, incertidumbre, desasosiego y la angustia, entre tantos matices como lleva anejos, no son mensurables y son hasta difíciles de verbalizar. Cada uno vive su propia soledad, aunque se le acompañe en ese camino, y ante las preguntas que se le suscitan se labra sus propias respuestas.
La teoría palidece inevitablemente ante ciertas situaciones en las que el sufrimiento en su globalidad unido al dolor de la enfermedad, por mencionar lo que es habitual, hace acto de presencia. Desata una tormenta interior y es la experiencia de quien ha pasado por ello la que legitima lo que pueda decirse para ayudar a quien se encuentra sumido en el drama. Hay mucha teoría en ciertas obras de autoayuda y conferencias magistrales que generalmente se pronuncian desde la salud, pero quien sufre requiere el consuelo que le proporciona oír el testimonio de otros que atravesaron esas veredas por las que ahora transita, y espera como agua de lluvia que le sugieran las herramientas a las que puede intentar asirse para gestionar su propio dolor. Ni siquiera los médicos pueden descifrar el particular calvario que puede estar viviendo quien acude a su consulta. Tampoco tiene siempre las respuestas que se le demandan porque cada persona es un mundo y cada organismo tiene distinta capacidad de reacción.
La soledad, el abatimiento, el miedo… precisan un entorno de comprensión, acompañamiento y delicada atención. Como al dolor, al sufrimiento se le da la espalda, desde Sevilla se han impulsado los “Encuentros en torno al sufrimiento” de manera online, destinados a jóvenes y a adultos (el dolor no distingue la edad) que tienen lugar los primeros jueves de cada mes. Ha surgido como un espacio donde libremente cada uno pueda expresar su experiencia así como compartir dudas y dialogar, en suma, sobre este hecho que comprende tanto el dolor físico, como el sufrimiento moral, psicológico, familiar, laboral, el procedente de la enfermedad, accidentes, malos tratos, soledad, pérdidas de seres queridos, etc. etc. Un universo que precisa esa atención que no se le concede y al que se debe saber dar su sentido. Además, se ofrecen testimonios diversos de personas que de forma ejemplar asumieron esta realidad y son modelos y acicate para poder enfrentarnos a la nuestra.
El programa “Testigos hoy” de Canal Sur televisión se ha hecho eco de estos encuentros: VER ENLACE
Recuerden: Primeros jueves de cada mes, incluida la época estival. Horario de 19 a 20:30 h. Y el enlace para conexión por Google Meet; http://meet.google.com/joc-fari-kkp
En este correo encuentrosufrimiento@gmail.com podrán solventar sus dudas.