Seguimos comentando, por su trascendencia en el momento actual, la Exhortación Apostólica Christus Vivit, Cristo Vive, dedicada a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios.
Hay un libro de Francisco Candel, escrito en la década de los sesenta, que leí en aquellos años y me impresionó. El citado libro lleva por título “Hay una juventud que aguarda” y me parece oportuno recordarlo hoy. Es cierto aún, hay una juventud que aguarda y no podemos hacerla esperar más. Dice el Papa Francisco que la juventud no es algo que se puede analizar en abstracto. En realidad la “juventud” no existe, existen los jóvenes con sus vidas concretas. En el mundo actual, lleno de progresos, muchas de esas vidas están expuestas al sufrimiento y a la manipulación. Los jóvenes viven hoy un mundo en profunda crisis y hay muchos tipos de jóvenes. Por ello hay que buscar nuevas líneas y estrategias de acercamiento al Evangelio si creemos que es una fuerza transformadora, como fue el mensaje en directo de Jesús en su tiempo para todos los que lo escucharon, incluidos muchos jóvenes. El Evangelio es atemporal con su fuerza y alegría.
En el Documento Final de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos se manifiesta que para muchos jóvenes Dios, la religión y la Iglesia son palabras vacías, en cambio son sensibles a la figura de Jesús cuando viene presentada de modo atractivo y eficaz. Por ello dice el Papa Francisco que la Iglesia debe reconocer con humildad que algunas cosas concretas deben cambiar y para ello necesita también recoger la visión de los jóvenes, a la vez que transmitir el evangelio y la alegría que transmite su mensaje de esperanza en un mundo donde mucha gente ha perdido la esperanza. Recordemos la Exhortación Apostólica Gaudium Evangelii, documento del Papa Francisco muy clarificador para la juventud, a todo el pueblo de Dios y a la sociedad en general.
En el citado Sínodo se reconoció que un número consistente de jóvenes, por razones muy diversas, no piden nada a la Iglesia porque no la consideran significativa para su existencia. Algunos piden que expresamente que se les deje en paz ya que sienten su presencia como molesta y hasta irritante. Las razones del alejamiento muchos jóvenes de la iglesia es analizada en profundidad en el Sínodo y hay un claro camino que recorrer. Camino al que esta llamada toda la Iglesia, incluidos los laicos que tenemos mucho contacto con los jóvenes en diferentes ámbitos. ¿Cómo llevar en la vida diaria, en el trabajo, en el vecindario, en la familia, la idea de la alegría del mensaje evangélico, con su fuerza redentora trascendente y transformadora de la realidad concreta enormemente injusta de la sociedad actual?
Dice el Papa Francisco que la Iglesia, para ser creíble ante los jóvenes, a veces necesita recuperar la humildad y sencillamente escuchar, reconocer en lo que dicen los demás alguna luz que ayude a descubrir el mejor Evangelio. Escuchar a los jóvenes en su diversidad, una alta diversidad hoy, nos permitirá acercarlos a la comprensión, como dice el Sínodo, del tesoro inagotable de la verdad evangélica de la que es portadora la Iglesia. El Papa insiste en la contemplación de María, la muchacha de Nazaret como ejemplo, especialmente, a los jóvenes de Una joven, para el Papa, que se la jugó siempre y sus ganas de servir fueron más fuertes que sus dudas y dificultades.
Hay jóvenes con vidas muy diferentes, con inseguridades, carencias, sufrimientos, dudas, problemáticas muy graves, quizás confundidos en un mundo con pérdida de valores, ante ellos la Iglesia debe mostrar el mejor Evangelio.