El 8 de marzo las ciudades se iluminaron de violeta. En la ciudad de Sevilla muchos monumentos significativos lucían en la tarde el color violeta como, por ejemplo, la fachada del Rectorado de la Universidad de Sevilla. Las calles de numerosas ciudades de España, incluida Sevilla se inundaron de personas, la mayor parte mujeres, celebrando el Día de la Mujer, como verdadera celebración y también como reivindicación por la situación de la mujer en el mundo, lo que incluye también a nuestra sociedad. Los carteles que el Ayuntamiento de Sevilla ha instalado por la ciudad decían “Detrás de una mujer estamos todas” o “Una para todas y todas para una”. La Junta de Andalucía nos ha dicho en su cartelería: “Andalucía es mujer”.
¿Es necesario iluminar con violeta las ciudades este día? ¿Es necesario que la ciudadanía, y no solo las mujeres, salgan a la calle en manifestación? Los cristianos sabemos lo que significa la dignidad de la mujer y podemos entender sus justas reivindicaciones.
El Cardenal Monseñor Narcís Jubany, Arzobispo de Barcelona entre 19971 y 1990, escribió un precioso libro titulado La Virgen María en la vida cotidiana, donde explica la vida de María, Madre de Dios, en su hogar y su contexto social, como mujer y madre. De acuerdo con el texto citado, el Evangelio no nos muestra a María como una mujer enclaustrada, sino como una mujer que sabe ocupar con decisión su lugar en su hogar pero también salir de él cuando el deber la obliga a hacerlo. La vida moderna es muy compleja con retos e incertidumbres continuas, y la mujer las afronta hoy, como María afrontó las afrontó en el tiempo y la vida que le tocó vivir, sabiendo en cada momento dónde estaba su lugar, ocupándolo con responsabilidad. María era la esposa de un obrero, como tantas otras mujeres hoy. María compartía con su familia la pobreza en un hogar carente de riquezas y comodidades, y fue instrumento de paz y compasión a pesar de haber sufrido persecución y exilio, como tantas mujeres hoy. Con Jesús y José, María, la Madre de Dios, es emigrante y padece el exilio. Han pasado más de 2000 años y las mujeres hoy también padecen la emigración y el exilio.
En la Carta Apostólica Mulieris Dignitatem, La Dignidad de la Mujer, San Juan Pablo II, nos recuerda que el Concilio Vaticano II de 1965, en su mensaje final, y han pasado 57 años, manifiesta: “Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple con plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora”. Nos decía que las mujeres, “llenas de Evangelio pueden ayudar a que la humanidad no decaiga”. ¿De qué nos habla el Evangelio? Por supuesto de trascendencia y esperanza del Reino de los Cielos, pero también de amor, igualdad, fraternidad, como nos indica el Papa Francisco, un mundo más justo y equitativo, derechos para todos, y una proyección especial para las mujeres. Para muchos cristianos, Jesús de Nazaret, fue ante sus contemporáneos el promotor de la verdadera dignidad de la mujer. ¿Promueve la sociedad que hemos desarrollado dicha dignidad? En los tiempos de Jesús, se sorprendían, nos recuerda el evangelista San Juan, de que hablara con una mujer. Nos dice San Juan Pablo II, en el texto citado, que recorriendo las páginas del Evangelio pasan ante nuestros ojos un gran número de mujeres, de diversa edad y condición. Las mujeres aparecen en las parábolas con las que Jesús explicaba a sus discípulos las verdades sobre el Reino. En las enseñanzas de Jesús de Nazaret, así como en su modo de comportarse, explica San Juan Pablo II, no se encuentra nada que refleje la habitual discriminación de la mujer propia del tiempo en que vivió. Actualmente la discriminación está globalizada alcanzando niveles indescriptibles en algunos lugares y también impregna nuestra sociedad.
El movimiento feminista y la ciudadanía en general retomaron el 8 de marzo las calles tras la reclusión obligada por la sindemia padecida. Decenas de ciudades vistieron de violeta sus calles y monumentos, la ciudadanía tomaba de nuevo las calles. En la ciudad de Sevilla, dos grandes marchas recorrieron sus calles en defensa de los derechos de la mujer clamando por un mundo más justo para ellas. Creo que, a pasar justo respeto por la diferencia y la diversidad, lo esencial que une la reivindicación del día debería propiciar la unidad. En este día no podemos olvidar el mundo de las mujeres consagradas, también es su día. Tienen una extensa e intensa actividad tanto trascendente como material, oración necesaria, enseñanza, mucho amor distribuido y una mejora material de personas necesitadas.
Juanma Moreno Bonilla, Presidente de la Junta de Andalucía, ha manifestado que las políticas de igualdad son una línea roja innegociable, expresando que tenemos que superar la discriminación en Andalucía. El documento presentado por el Ejecutivo andaluz expresa de forma clara “un llamamiento a vivir un 8M para el recuerdo que sea historia por la unión, la fraternidad y la sonoridad de todas y todos para alzar la voz contra los discursos negacionistas y los discursos de odio que atentan contra los derechos humanos de mujeres y niñas”. El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía aprobó el 8 de marzo el Plan Estratégico para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Andalucía 2022-2028, extendiendo la colaboración con Ayuntamientos y Universidades. El Gobierno de España aprobó el día 8 el III Plan Estratégico de Igualdad Efectiva entre Hombres y Mujeres, que estará vigente entre 2022 y 2025 con una dotación de unos 20.000 millones procedentes de distintos ministerios. La Ministra de Igualdad, Irene Montero, ha destacado el compromiso del Gobierno de España por convertir el feminismo en una cuestión de Estado. Alguien dijo que la finalidad del feminismo es dejar de existir. Tiene sentido, el feminismo nace como una fuerza para luchar contra la desigualdad que debe ser eliminada. En los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2015 (ODS), con un horizonte para 2030, el Objetivo 5 lleva por título “Alcanzar la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas”. Hay conciencia de la envergadura mundial el problema, agudizado en algunos sitios más que en otros, pero grave en todos. La presencia en la calle es imprescindible, por la visibilidad que implica, para cualquier reivindicación popular de derechos.
Recordemos que casi el 50% de la población mundial son mujeres, lo que supone, aproximadamente, unos 3.861 millones de mujeres. La población de España en enero de 2021 ascendía a unos 47,4 millones de habitantes, de los cuales más de 24 millones eran mujeres, un 50,6%. Las estimaciones mundiales publicadas por la OMS indican que alrededor de una de cada tres mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. Los largos confinamientos padecidos por España durante la pandemia de COVID-19, y sus repercusiones sociales y económicas, han aumentado la exposición de las mujeres a parejas con comportamientos abusivos y a factores de riesgo conocidos, al tiempo que han limitado su acceso a diferentes servicios. No olvidemos que la desigualdad va por barrios. Un 27% de la población en España está hoy en riesgo de pobreza o exclusión. Las situaciones de crisis humanitarias y desplazamientos, como las migraciones inducidas por guerras e invasiones, pueden agravar la violencia contra la mujer. Recordemos las invasiones de Irak, Afganistán, Libia, Ucrania, o la situación terrible de Siria o la franja de Gaza. Lo que ocurre actualmente en Ucrania es tremendamente triste e injusto para sus habitantes, de nuevo las mujeres y los niños y niñas serán los que más sufrirán. Hay muchos escenarios mundiales donde la mujer puede sufrir. De acuerdo con Amnistía Internacional, la pobreza tiene género. De acuerdo con esta institución, mujeres y niñas están más expuestas a sufrir pobreza económica en todo el mundo. La pobreza aumenta la brecha de género y esta genera a su vez pobreza. Brecha de género y pobreza son dos desigualdades interconectadas que vulneran los derechos de las mujeres. Según la Organización de Naciones Unidas, el 70% de las personas pobres en el mundo son mujeres. Además, una de cada cinco niñas en el mundo vive en condiciones de extrema pobreza. En España, un 53% de las personas en paro son mujeres; el 52,3% de las personas en ERTE son mujeres; el 98% de las personas ocupadas en el sector de la limpieza o el empleo doméstico son mujeres; solo un 6,9% de los hombres trabaja a tiempo parcial, pero el 23,5% de las mujeres están en esta situación laboral; en 2018, 56.000 mujeres dejaron sus empleos para poder cuidar a sus hijos e hijas, mientras que solo 8.100 hombres lo hicieron; el 90,93% de las excedencias para cuidar a hijos e hijas las han pedido las mujeres; el 81,26% de las excedencias para cuidar a otro familiar, mayor o dependiente, también son mujeres. El año 2021 finalizó con 43 mujeres muertas por violencia de género.
El Papa Francisco ha manifestado que aprecia en la mujer su sabiduría, que nace de una experiencia profunda y verdadera, anclada y enraizada en la realidad del momento concreto. Conviene recordar que en el libro El Cerebro Altruista. Porqué somos naturalmente buenos, de Donald W. Pfaff, se explica que las hormonas de las mujeres como el estrógeno y la oxitocina que actúan en los circuitos del cerebro femenino, promueven actitudes favorecedoras de la sociedad y el buen comportamiento. También indica Donald W. Pfaff, que las mujeres valoran especialmente los periodos prolongados de estabilidad social, por ello, periodos de confusión social como las guerras son rechazados por las mujeres, tratando de evitarlos. Las mujeres, más empáticas y altruistas, están menos dispuestas a iniciar guerras o materializar políticas violentas o injustas especialmente con los más débiles. También recomendaría la lectura del libro El cerebro femenino, de Louann Brizendine, a todos aquellos que no compartan la igualdad de género.
Un recuerdo especial aquí para todas esas madres que, solas, cuidan y educan a su hijos e hijas con esfuerzo y generosidad, a veces en las condiciones limitantes que ha generado la infame crisis económica iniciada en 2006, de la que no hemos salido, y otra cruel crisis, económica y social, generada por la COVID-19, aparecida en 2020. Hay razones de sobra para manifestarse en la calle por las desigualdades que sufren las mujeres, una situación social sobre la que los cristianos tenemos que tomar partido y la base está en el Evangelio, recordando la relación de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, con las mujeres y el mensaje que sobre ellas nos indicó. Hay razones de sobra para que el día 8 de marzo las ciudades se iluminen de violeta.