Llevamos cuatro años dedicando una contribución en este blog a las madres en el día en que se tiene un recuerdo para ellas. Como siempre hacemos, hay una referencia obligada a la madre de Jesús, la Virgen María. Seguir a lo largo de la lectura evangélica el papel esencial que juega María en la vida de su hijo es algo esencial para un cristiano y también para los que practican otras creencias y, por qué no, para los que no practican ninguna o ven dificultad en hacerlo. María es una mujer excepcional y una madre ejemplar, por eso iniciamos esta contribución con ella. María acompaña a su hijo desde el pesebre en Belén a la cruz en Jerusalén. Me gusta leer especialmente un pasaje: Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón (Lucas, 2, 52). Creo es una preciosa imagen de una vida de madre, observar a sus hijos y guardar todos los recuerdos, vivencias y experiencias en lo más profundo del ser de una madre, su corazón. El Papa Francisco en su precioso libro Ave María nos ensalza a la madre a través de esta imprescindible oración de nuestro credo.
Deseo tener un recuerdo aquí para las madres que han fallecido en este Día de la Madre, un triste momento para sus hijos que también conservarán en su corazón los infinitos desvelos de la madre que ha partido. También para los nietos y nietas que han perdido a sus abuelas, seguro que atesoran en sus corazones tiernos recuerdos de la figura entrañable de la abuela. La Comunión de los Santos, a través de la cual está unido todo el cuerpo místico de la Iglesia, lo que incluye el vínculo con nuestros difuntos, esas abuelas o esa madres que se nos han ido, a veces demasiado pronto, es la forma que tenemos de estar unidos espiritualmente con los seres queridos. Mi abuela falleció el Día de la Madre de hace ya muchos años. Antes, el Día de la Madre y el Día del Trabajo coincidían en el 1 de mayo. No es baladí, las madres son grandes trabajadoras, incansables en su afán, generosas en su amoroso batallar, como nos evoca Antonio Machado en su poesía a Don Quijote.
Vivimos tiempos difíciles y un futuro muy incierto. Algunas madres y abuelas se han ido de la vida en soledad en estos días, una pena. Pero los hijos y nietos que las han perdido, ahora o anteriormente, deben pensar que ellas seguirán velando por ellos y también que atesorar su recuerdo con la alegría de lo vivido junto a esas madres y abuelas es el mejor regalo que les pueden hacer. Un tierno recuerdo de lo vivido, es vivir más.
Quiero rendir aquí un homenaje a todas las madres que están sufriendo injustamente en relación con la crisis sanitaria, social y económica que vivimos. Hay madres solas, cuidando a sus hijos con gran esfuerzo y, a veces, sin los recursos económicos necesarios. Madres separadas y trabajadoras afrontando unas excesivas tareas escolares para las que pueden no estar preparadas y con una profunda brecha digital. Madres en paro, muchas veces solas, sin los recursos imprescindibles para sus hijos. También hay madres maltratadas que este confinamiento les ha generado situaciones penosas. Los políticos manifiestan soluciones a veces alejadas de la realidad social de un país que quizás no conocen lo suficientemente bien y plantean soluciones a los problemas que generan tensiones aún mayores. Recemos los creyentes, recemos todos, porque nuestros políticos y sus expertos estén afrontando los problemas de este tiempo oscuro con el conocimiento y el rigor suficientes pensando en el bien común, tomando los caminos correctos y analizando adecuadamente los problemas futuros que podemos tener para conseguir la soluciones adecuadas y no se profundice más en brechas existentes.
Por supuesto hay madres que han vivido un Día de la Madre luminoso, a distancia de sus hijos. Algunas han recibido regalos, quizás flores, me alegro mucho por ellas, se lo merecen. Muchas seguro, si disponen de los medios disponibles, han podido hablar a distancia con sus hijos en este día. Pero hay otras que no, es lamentable que también en este acto de amor, de ver a sus hijos por móvil u ordenador, haya injusticia social en la sociedad que hemos creado. Este país tiene mucho que hacer y también que recuperar.
Un recuerdo, finalmente, para las madres del mundo. Recientemente ha salido en la prensa el gasto en armamento de Estados, Unidos, Rusia, China y Arabia Saudí. Las armas generan sufrimiento de muchas madres, y España vende armas a determinados países. El Cambio Climático, del que nos hemos olvidado, y el Papa Francisco dice que fomentarlo, y quizás no mitigarlo de forma adecuada, es pecado, induce migraciones. Existen muchas madres migrantes con sus hijos en sus brazos en un mar o en unas fronteras injustas. La Organización de las Naciones Unidas no prohíbe la venta de armas. Si observamos el mundo parece que la única noticia es la pandemia, de origen dudoso, del Covid-19. Nos hemos olvidado de todas las guerras y conflictos no resueltos donde las madres sufren por sus hijos y también mueren de forma injusta por motivos despreciables de ansias de poder, expoliación de recursos, ambiciones económicas y otros pecados de los poderosos necrófilos que dominan el mundo.
El Día de la Madre es un momento de celebrar a la madre, figura esencial en nuestras vidas, quizás la más importante por generosidad, ternura, entrega, dedicación y abnegación. Pero también recordar que el Papa Francisco nos invita a actuar en la vida pública, no vivamos en un silencio cómplice con la injusticia, para extender el Buen Evangelio de Jesús y contribuir al Bien Común. Contribuyamos a una sociedad donde no haya madres que sufran. Martin Luther King decía en sus sermones que tan malo es la maldad de los malos como la indiferencia y silencio de los buenos.
Muchas felicidades a todas las madres en este día, ojalá sepamos construir, con el ejemplo diario que nos dan, un mundo mejor.